Alfonso Rojo Serrano (Reinosa, Cantabria, 1964) ostenta desde este mes de agosto la presidencia de la Petita i Mitjana Empresa (PIME) de Balears. Un cargo rotatorio entre las asociaciones de pymes de cada isla del que Rojo deberá hacerse cargo en un momento complejo de recuperación tras la crisis sanitaria y a las puertas de una nueva crisis como consecuencia de la guerra de Ucrania. No tiene más que buenas palabras para Jordi Mora, presidente de PIMEMallorca, a quien sustituye en el cargo y que afronto los dos años de pandemia al frente de la asociación balear.
—En una comunidad autónoma con territorios tan diferenciados como es el archipiélago balear, ¿cómo se cuadran los intereses y problemáticas particulares de cada isla?
—A una pyme le interesa lo que hay al lado de la puerta de su casa. Su día a día. El problema que tiene una pyme en Menorca, que puede ser la mejora de las comunicaciones, no es el mismo que lo que preocupa en Ibiza que puede ser el problema de la vivienda, la red de agua o el coste de la tasa de basura. Pero, habiendo problemáticas diferentes, a nivel general a todos nos interesa lo mismo. Que no tengamos unos impuestos excesivos o reducir trabas burocráticas que nos impidan realizar nuestro trabajo con normalidad. Los empresarios hablamos el mismo idioma en todas partes. Queremos trabajar, generar empleo, poder crecer y ganar dinero. Es por eso que solemos estar bastante de acuerdo a la hora de definir los proyectos a realizar y la forma de llegar a ellos es lo que diferencia a cada isla. Yo, de lo que me tengo que preocupar, es de que todos puedan realizarlos.
—¿Qué retos más inmediatos afronta?
—La meta que tenemos a corto plazo son los fondos Next Generation, que nos tienen que servir para modernizarnos y profesionalizarnos más si cabe. Las empresas tenemos que mejorar nuestra eficiencia energética y nuestra eficiencia social. Tenemos que poder ofrecer empleo de calidad, que la gente pueda vivir de su sueldo. Es una responsabilidad que tenemos las empresas, los sindicatos y los dirigentes políticos. Hay que hacer que la gente de Baleares pueda encontrar trabajo en su comunidad y pueda seguir viviendo en ella.
—¿Las empresas entienden ya cómo será el acceso a estos fondos europeos? A veces parece que los Fondos Next Generation son eso de lo que todos hablan pero de lo que nadie sabe nada.
—Se está cumpliendo con los plazos que se tenía que cumplir. Hasta ahora son las administraciones las que tienen que acceder a estos fondos. Primero Europa pide a las administraciones que expongan sus proyectos para acceder a los fondos y ahora las empresas tenemos que ver cómo encajan todas esas inversiones que queremos hacer en modernización, digitalización y energías renovables y presentarlas para llevarlas a cabo. Muchos de los procesos de modernización de las empresas van para optimizar el trabajo. Eso supone mejorar la salud laboral de nuestros empleados y la calidad del entorno de trabajo, con lo que se consigue que el empleado pueda ofrecer todo su potencial. Ese es uno de los planos en los que las empresas tenemos mucho que decir.
—Pasando ya a hablar de Ibiza, de cuyas pymes usted es también presidente, a principio de año se planteó desde Pimeef una iniciativa para ayudar a empresas a buscar alojamiento para trabajadores, ¿cómo ha ido?
—En su momento esa propuesta salió del comité ejecutivo de Pimeef. Algunos miembros indicaron que ya estaban alquilando pisos para sus trabajadores. Un tema que se estaba llevando a cabo dentro de la legalidad, ofreciendo este alquiler como un pago en especie de forma que se reflejaba en la nómina. Lo lanzamos como un globo sonda y tuvo muy buena acogida. Muchos socios nos llamaron para saber cómo se podía articular este tema. Hicimos una consulta con los sindicatos, a los que planteamos este problema y la solución que proponíamos y vimos cómo se podía articular fiscal y laboralmente. Cual fue nuestra sorpresa cuando, incluso, propietarios de pisos llamaron para interesarse por este tema. Gente que no alquilaba un piso por alguna mala experiencia, pero si el piso lo alquila un empresario al que conozco o del que tengo referencia, pues igual sí que lo alquilo.
—¿Cuántos alquileres se llegaron a hacer?
El tema se quedó en globo sonda, aunque sabemos de muchos compañeros que optaron por esta opción. Pero de cara a este invierno es posible que lo potenciemos. Lo que hemos constatado es que hay viviendas vacías en las Pitiusas y propietarios dispuestos a alquilar si tiene unas garantías. El propietario, si cuenta con una seguridad jurídica y sabe que se lo van a devolver en las mismas condiciones, porque el empresario se hace responsable, está dispuesto a alquilar. No es la solución. Incluso es triste que tengamos que recurrir a esto. Pero nos preocupa la salud de nuestros empleados. Quiero saber que mi empleado a dormido en unas condiciones dignas y no está en un piso sin agua o hacinado con otras cuatro personas en una habitación. Si puedo hacer algo poniendo la imagen de mi empresa para solucionarlo, lo haré.
—Este tema es un claro síntoma de la masificación de la isla en estos meses más fuertes de la temporada, ¿se debe trabajar por reducirla?
—Está claro que la problemática que tenemos en mayo no es la misma que la de agosto. Yo me preguntaría, ¿sabemos el número de personas que hay en la isla? Porque quizás lo primero sería saber cuál es la situación. Desde Pimeef siempre hemos denunciado la lacra que supone el alquiler turístico ilegal. Hace veinte años era fácil saber el número de turistas que había, contabas los turistas que había en los hoteles y ya está. Cuando han cambiado las dinámicas del turismo es cuando nos hemos encontrado que puede haber un 30% de turistas que no se alojan en un establecimiento turístico reglado. Ese es el problema. Si pensamos que tenemos 200.000 visitantes y resulta que tenemos 270.000, va a ser muy difícil cubrir nuestras necesidades. Hay que acabar con todo tipo de oferta turística ilegal. Luego, vemos con muy buenos ojos el estudio de vivienda que está haciendo Vila. Esperamos ver los resultados, pero ya sorprende el hecho de que haya 6.000 viviendas en las que no hay nadie empadronado. Evidentemente habrá muchas casuísticas, pero si en Vila salieran al alquiler 1.000 o 1.500 viviendas, hablamos de alojamiento para 5.000 personas. Es un tema sobre el que habrá que trabajar, porque hablamos de familias, de nuestros jóvenes, que tienen imposible emanciparse y se van de la isla.
—¿La limitación de entrada de vehículos planteada por el Consell?
—La regulación de entrada de vehículos puede ser otra opción. Formentera lo hizo en su momento, siendo una isla que por su tamaño es un laboratorio interesante para muchas cosas porque ves pronto el resultado y lo digo con todo el cariño. En Ibiza no sería algo descabellado. Desde la asociación de empresas de alquiler denunciamos en su momento cuando las empresas traían miles de coches en dos meses sin ningún tipo de control. Estaban saturando nuestras carreteras, empresas que no pagaban aquí ningún impuesto. Pero insisto en que es muy necesario tener una fotografía real.
—Comentaba con usted a principios de mes el tema de las plantillas y me comentaba el problema que tuvieron de robo de trabajadores entre empresas, ¿cómo fue eso?
—Sí, muchas empresas, sobre todo del sector del ocio que había permanecido dos años cerradas, se encontraron que cuando llamaban a sus empleados estos ya habían encontrado trabajo en su ciudad o estaban ayudando en el negocio familiar. El principio de la temporada fue complicado por eso, ibas a llamar a tus trabajadores y te encontrabas con que se los querían llevar otras empresas. En general las empresas en mayo ya tenían sus plantillas al 90% y ese mes empezó un runrún y una cantidad de movimientos de empresas para llevarse trabajadores que tuvo un impacto importante. Sobre todo en el sector de la restauración hubo mucha fuga y absorción de personal. Al final, muchas veces tirando de psicología podías reconducirlo. Porque normalmente esas otras empresas tiraban de bolsillo. Si a alguien le llegaban cantos de sirena de que le van a pagar un 40% más en otra empresa, tú le hacías ver que seguramente le estaban ofreciendo un contrato de cuatro o cinco meses mientras que tú le ofrecías una seguridad. Ahí más o menos se pudo capear.
—¿Las nuevas empresas también participaron de esa situación?
—Sí, además, en el caso de la restauración podemos hablar de una veintena o una treintena de nuevas empresas. Si esas empresas necesitan una plantilla de 20 o 25 empleados, teniendo en cuenta que son restaurantes de un tamaño mediano, son 500 empleados que hacía falta contratar. Ha habido un movimiento bastante significativo.
—La temporada empezó este año en abril y parece que se quiere llegar a noviembre, ¿se está consolidando la desestacionalización?
—Creo que lo estamos consiguiendo. No es algo que sea fruto de un año de trabajo, llevamos trabajando con las administraciones en este tema muchos años. Hace no mucho, cuando nosotros proponíamos hacer contratos de ocho o nueve meses, había quien se echaba las manos a la cabeza. Quizás porque eran años de más bonanza y en que los alquileres no se llevaban la mitad del sueldo de nuestros empleados, por lo que muchos con contratos de cinco o seis meses se daban por satisfechos. Ahora se ha visto factible y vemos como los empleados responden. Creo que realmente podemos hablar de temporadas de abril a octubre perfectamente. Es el escenario deseado. Nuestra inteción este año es tener un octubre muy potente. Si se llevan a cabo las pruebas deportivas previstas y nos respeta la climatología, puede ser un mes interesante.
El apunte
«Si vengo de la calle a 35 grados y entro en el negocio a 27 se va a notar el cambio»
¿Qué opinión tienen del decreto de ahorro energético que entraba en vigor para las empresas esta semana?
—Las medidas vienen por una petición de Europa y son de obligado cumplimiento, seguramente sean efectivas para lo que se quiere, pero es difícil aplicarlas de un día para otro por los empresarios. Creo que son medidas que han venido para quedarse, del mismo modo que pasó con la ley del tabaco son medidas que generan polémica pero con el tiempo nos daremos cuenta que no suponen mucho problema. Tener las luces de los escaparates atenuadas a partir del cierre del negocio no tiene porque suponer ningún problema. Lo que pasa que la adaptación inmediata a estas medidas es imposible, no creo ni que la administración se lo plantee. El Govern ya ha dicho que no va a ir a golpe de sanción, sino que se habla de concienciación y que se buscará la forma de llevarlas a cabo. No digo que vaya a ser una adaptación lenta, pero sí tendrá que ser progresiva.
—¿Cree que se pondrán los aires a 27 grados?
—Lo que ha llegado a través de la prensa son esos número: 27 grados en verano y 19 grados en invierno. Claro, piensas que vamos a estar con bañador en verano y con bufanda en invierno. Estas medidas implican ser más eficientes y tomar medidas como tener las puertas del negocio cerradas. Si vengo de la calle a 35 grados y entro en el negocio a 27 se va a notar el cambio. Pero claro, para muchos negocios tener la puerta cerrada es un problema, los clientes no están acostumbrados y se piensan que están cerrados. Al final será cuestión de tiempo que la gente se acostumbre y desde luego las normas se van a cumplir. Pero claro, al empresario le dices que mañana tiene que poner en marcha estas normas y él en lo que está pensando es en cómo cubrir esas bajas que tiene o la falta de suministro de lo que sea que sufre, no en poner el aire acondicionado a 27 grados. A mí me tranquilizó escuchar al conseller Yllanes diciendo que la administración va a ayudar a las empresas a cumplir esta norma. Las empresas tendrán que poner puertas automáticas u otros sistemas y desde luego ahora es imposible. No hay quien las instale y faltan materias primas. Así que tendrá que ser una adaptación progresiva.
—Hablando con las empresas noté mucho desconocimiento
—Nosotros en Pimeef hemos pasado una circular explicando que llegaba esta normativa y que había que cumplir una serie de medidas. Pero el proceso normal suele pasar normalmente por mantener reuniones con las administraciones, se plantean las problemáticas y entonces se pule la normativa, antes de que llegue se hacen charlas con técnicos que explican cómo implementar la normativa y luego se dan a conocer las ayudas económicas para poder hacer los cambios en el negocio. Pero eso será el 30 de octubre, no el 8 de agosto. A estas alturas del año nadie tiene tiempo para reuniones porque bastante tienen con el día a día de su negocio.