Antoni Marí Carraca (Sant Joan, 1956) confía en poder impulsar en lo que queda de legislatura algunos proyectos importantes para el municipio. Al mismo tiempo, mantiene la incógnita sobre si afrontará o no una séptima legislatura.
—¿Cómo empezó en el mundo de la política?
—Nunca antes había estado en el mundo de la política activa, aunque siempre me había gustado. La entiendo como la búsqueda de soluciones para mejorar la convivencia y la calidad de vida y para ayudar a los vecinos. Así, desde muy joven tenía inquietudes. Había formado parte de los clubs que existían en los diferentes pueblos de nuestro municipio; formé parte también del movimiento Es Amunts por estas ganas de intentar mejorar. Ya en 1999 me propusieron encabezar las listas del PP y hasta ahora.
—Con seis legislaturas a sus espaldas, ¿optará a una séptima?
—Una sexta legislatura ya es todo un récord. De momento, no voy a adelantar acontecimientos puesto que quienes primero deben saberlo son los compañeros, el partido, y no hay nada decidido. No voy a adelantar acontecimientos. Estamos en el aquí y en el ahora, con ganas de terminar la legislatura y recuperar el trabajo que no hemos podido llevar a cabo, lo cual para mí es importante. No olvidemos que la primera parte del mandato la tuvimos que dedicar al tema Covid, a cuestiones sociales, a ayudar para que los vecinos estuvieran lo mejor posible y no entraran en una situación de precariedad, por lo se dejaron de lado algunos proyectos sobre los que existía un compromiso y esto procuraremos hacerlo en lo que queda de legislatura.
—¿Cuándo saldremos de dudas sobre su continuidad?
—No hay un plazo límite. Imagino que de aquí a Navidad se hablará mucho de listas, de partidos, de candidatos. Lo que me alegra mucho es tener la suerte de contar con una serie de compañeros y todos serían magníficos candidatos. En este sentido estoy muy contento y tranquilo y también agradecido por haber llegado hasta donde he llegado y estoy dispuesto a ayudar y colaborar con quienes decidan dar un paso al frente.
—En un ayuntamiento como el suyo, la cercanía y el trato directo con sus vecinos es básico.
—Lo que he procurado y procuro todos los días es ser el mismo de siempre, que la política no me haya absorbido el cerebro. Hay que entenderla como un acto de servicio público. Yo, para empezar, soy funcionario de la Administración local y así, este espíritu de servicio surge de este hecho, un servicio, no solo para quienes me han apoyado, sino también para aquellos que no lo han hecho e incluso han hecho todo lo posible para que no ganara o no lograra los mejores resultados en las elecciones. Ser alcalde supone ser el alcalde de todos. En este sentido, he tenido suerte porque me han apoyado al 100% desde mi partido, del cual estoy orgulloso y agradecido, pero también otras personas que no militan en formaciones políticas, pero han visto en mí a alguien que representaba los intereses del pueblo, también a ellos estoy agradecido.
—Da la impresión de que en Sant Joan sufren la lentitud de la burocracia y de los trámites administrativos a la hora de poder impulsar proyectos.
—Siempre he sido una persona crítica con el sistema burocrático y con las imposiciones, muchas veces desde las diferentes instituciones supramunicipales, con personas que no conocen para nada ni el pueblo ni las necesidades de los vecinos y legislan y toman decisiones perjudicando los intereses municipales. Además, debo reconocer que actualmente la burocracia ha aumentado de forma exponencial y ahora, donde antes había una persona, encontramos a dos o tres. Lo que hace esto es bloquear, informe tras informe, muchos proyectos. Es una forma de trabajar que, en muchas ocasiones, bloquea a los equipos de gobierno y retrasa muchos trabajos. No me extenderé ahora en criticar a determinados estamentos, pero puedo decir que tenemos dos proyectos y uno de ellos está desde hace año y medio en un órgano de la Comunidad y no ha sido contestado. Otro, en diciembre hará ya un año. Nos dicen que hay falta de técnicos, que falta gente.
—¿A qué proyectos se refiere?
—Son interesantes. Uno de ellos es la evacuación de aguas pluviales en el pueblo de Sant Miquel, una iniciativa que nos habíamos planteado para esta legislatura y que, aunque está todo hecho y contamos con la conformidad de los vecinos, no hemos conseguido impulsar porque faltan los informes necesarios para algo que parece tan sencillo como es canalizar las aguas a un torrente. Podría mencionar varias cosas más. Informe tras informe, nos pasamos el tiempo esperando a solucionar problemas.
—Por culpa del Covid, ¿qué proyecto no ha conseguido comenzar?
—Muchos han quedado retrasados, como la construcción de un depósito en Sant Miquel que mejorará mucho la optimización y la distribución de agua potable en este pueblo y en su zona turística. Para mí, sin embargo, el más grave, empalagoso y urgente, y con un retraso imperdonable, es la construcción de la depuradora de Portinatx, un proyecto estrella de la legislatura que, seguramente, quedará adjudicado, pero no hecho. Otro tema que arrastra cierto retraso es la mejora y el embellecimiento de los alrededores de la iglesia de Sant Llorenç, aunque muy pronto podremos sacarlo ya a licitación. Confío en que este invierno puedan ejecutarse las obras.
—¿Qué balance puede hacer de la temporada para Sant Joan?
—Creo que ha sido muy buena para toda la isla. Todavía estamos cerrando las conclusiones, porque hay que tener en cuenta que estas semanas de octubre pueden ayudar mucho a la cuenta de resultados de una empresa. La temporada ha sido positiva, con mucha gente, aunque no sé si toda aquella que hemos visto se ha correspondido con el volumen de negocio de los comercios, pero esto sería otra cuestión. Ibiza es un referente turístico mundial y Sant Joan, sin duda, es un complemento esencial para la isla porque vendemos otra esencia, aquella que no es la de los grandes hoteles o las discotecas. La nuestra es una Ibiza más rural y natural y con menos construcción. Uno de mis objetivos, y de los compañeros que me han acompañado en el área de Turismo, ha sido poner en valor cosas no tan vistosas, pero sí interesantes como una ruta senderista o una visita a Balàfia. Por norma, hemos prohibido los beach clubs o las macrodiscotecas y ha sido la política seguida en estos 23 años desde que soy alcalde.
—Se comenta la aparición de un nuevo grupo político en Sant Joan.
—Cuando se acercan elecciones es habitual hablar de nuevos partidos. Evidentemente, como responsable político, me preocupa la creación de cualquier formación que pueda restar peso al PP. Yo soy partidario de la integración y, si tuviera que hacer una lista, yo trataría de contar con el mayor número de personas afines, ideológicamente hablando, y de las siglas, ya hablaremos.
—Se ha confirmado ya que Josep Marí Ribas será el candidato del PSOE al Consell de Ibiza.
—Agustinet ha sido compañero porque él ha sido alcalde, aunque con otras siglas políticas. Cuando se proclamó secretario general de los socialistas, ya le comenté que era muy valiente porque los dos ya tenemos una edad.
—¿Cómo ve la situación política actual tanto en clave balear como nacional?
—La gente está preocupada. Todos los estamos porque los políticos somos ciudadanos también. Respecto a la política nacional, estoy muy preocupado porque España ha tomado un rumbo que no es el adecuado y se está rompiendo una política de consenso que nos había llevado a los mejores niveles de bienestar en la historia reciente del país. Se están tomando unas decisiones que encorsetan a la persona, decidiéndolo todo desde un gobierno. Yo creo más en la libertad y en la iniciativa del ciudadano porque un gobierno debe corregir determinadas deficiencias, pero no imponer. Tenemos una ideología mezclada, con un presidente que no miente más porque no habla más. Soy muy crítico con la política nacional. En clave balear, lamento también este encorsetamiento, esta manera de querer dirigirlo todo. Hay que dar más libertad a los ciudadanos y la Administración debe estar para regular determinados excesos y circunstancias. No debe provocar tanto miedo a todo y que este miedo se convierta siempre en prohibición tras prohibición.