Si conseguir un alquiler a precio razonable en Ibiza es misión imposible, las dificultades se incrementan sobremanera si se proviene de uno de los pisos de acogida que gestiona el Consell d´Eivissa a través de la Oficina de la Dona. Huyendo de la violencia machista, las usuarias que residen en estos espacios suelen haberse marchado de sus casas prácticamente con lo puesto; muchas no tienen un trabajo estable y a todo ello hay que sumar el estado anímico de estas mujeres, en ocasiones incapaces de verse con fuerzas para empezar de nuevo.
«Para mí, y para las otras mujeres de la Oficina de la Dona, volver a empezar es muy difícil», asegura una de estas víctimas.
En una misiva remitida a Periódico de Ibiza y Formentera, esta usuaria de la Oficina de la Dona relata cómo ha sufrido malos tratos durante más de una década, viéndose abocada a abandonar su hogar para refugiarse en una de las viviendas de acogida del Consell.
Junto a su hijo, es muy consciente de que otro gran problema va a surgir en cuanto deba marcharse de este piso. «No tenemos la posibilidad de tener una vida normal ya que para volver a empezar una nueva vida aquí, en Ibiza, lo tenemos muy difícil», lamenta.
Según explica, junto a su hijo quiere empezar de cero, pero los elevados precios de los alquileres en la isla se lo ponen muy complicado.
Esta usuaria de la Oficina de la Dona reconoce que la problemática del alquiler la están sufriendo muchas otras personas en Ibiza, «pero mi realidad es que he salido de una situación muy dura de maltrato, tanto físico como psicológico, y ahora me encuentro sola con mi hijo y siento que, aunque quiero, no puedo avanzar porque no podemos permitirnos un alquiler en esta isla, que es mi casa».
«Llevo cuatro meses buscando y los precios son muy elevados. Por una habitación ya me están pidiendo entre 500 y 700 euros», destaca.
Debido a los problemas de salud de su hijo, la situación todavía se complica más puesto que lo recomendable, en su caso, es no compartir vivienda con otros inquilinos. «Con una sola habitación, ya me están pidiendo 1.200 euros al mes por un piso. Ahora mismo no estoy trabajando y estoy percibiendo una ayuda de poco más de 300 euros», asegura.
«Soy de Ibiza y no tengo que marcharme a Madrid o a Barcelona», espeta.
A pesar de agradecer la atención y asistencia de sus «guardianas»en la Oficina de la Dona, es consciente de que su estancia en los pisos de acogida tendrá fecha de caducidad.
Sin otros familiares a los que recurrir, recuerda que, además del pago del alquiler, son muchos los gastos ordinarios que cualquier persona debe afrontar: luz, comida o ropa.
Esta mujer es consciente de que muchos profesionales, como médicos o funcionarios, se están viendo obligados a marcharse de la isla por la falta de viviendas a precios razonables.
«Necesitamos rehacer nuestras vidas como personas, no como animales. Pido a gritos que bajen los alquileres en la isla para nosotras y para todas las personas que viven en ella», concluye.