Su principal interés científico se centra en el estudio de la memoria humana y el olvido. El director del Centro de Neurociencias cognitiva y computacional de la Universidad Complutense de Madrid, Fernando Maestu, hablará mañana del Alzheimer y de la alteración de las redes funcionales en este proceso durante una nueva sesión científica de la Reial Acadèmia de Medicina de Balears.
¿A qué se refiere con las redes funcionales del cerebro?
—A la actividad neuronal, al intercambio de información o comunicaciones entre las neuronas, que es lo que sustenta la memoria, la atención o la percepción. Eso son las redes cerebrales.
¿Cómo puede conocerse en qué medida afectan a esta enfermedad?
—A través de la magnetoencefalografía con la que se mide la actividad magnética del cerebro y las relaciones entre regiones cerebrales. Esto nos permite saber si alguien tiene un estado patológico, normal o está iniciando un proceso de la enfermedad y en qué estadio se encuentra. El Alzheimer pasa por diferentes etapas.
Dicen que podrá identificarse años antes de que se manifiesten los síntomas, con una analítica de sangre.
—Existen biomarcadores en sangre de proteínas relacionadas con esta enfermedad que se pueden obtener con un análisis. La idea es que se puedan hacer predicciones con mucho tiempo de antelación pero siempre serán una probabilidad, no certeras al 100 % porque en medicina, en general, ese tipo de cosas no funcionan. Todavía queda tiempo para llegar a ese punto, está en fase de ensayo clínico.
¿Hay personas más propensas a desarrollar Alzheimer?
—Se supone que los portadores del gen apoE4 tienen más riesgo, pero no tiene por qué porque no es una enfermedad genéticamente determinada, como muchas otras. Estudiamos mucho a las personas con esta genética. También nos fijamos en los familiares de los que padecen la enfermedad. Y, si juntamos estos dos factores, el riesgo se incrementa un poco más.
¿Y la edad?
—Es lo que más incide, cuanta más edad, más probabilidad. También está el mal estilo de vida. Las personas que hacen una vida sedentaria, que comen hidratos y grasas saturadas, o poca estimulación cognitiva, son más vulnerables a padecer casi cualquier enfermedad.
¿Son útiles los ejercicios de memoria?
—La evidencia dice que 150 minutos de actividad física, la dieta mediterránea y una alta actividad cognitiva protege y retrasa la enfermedad una década. Un cambio en el estilo de vida, puede modificar la tendencia. Si la media de inicio del desarrollo del Alzheimer son los 75 años y lo retrasas una década, igual no la padecerás. De media nos morimos a los 85.
Podrá diagnosticarse antes y también puede retrasarse su inicio pero ¿tendrá cura?
—Ninguno de los tratamientos que están en el mercado y se investigan dan visos de que se cure. El fármaco Lecanemab es el último aprobado en EEUU y tiene un 25 % de eficacia que es una cosa muy baja pero se admite porque no tenemos nada más. Puede retrasarse con fármacos y un buen estilo de vida.
¿Qué hace exactamente, por qué se pierde la memoria?
—Hay una serie de proteínas problemáticas como la beta amiloide y la tau, en las que se han fijado siempre las terapias, que cuando están alteradas o se acumulan pueden tener efectos tóxicos sobre la actividad cerebral. Su presencia altera las redes y hay una muerte celular progresiva y pérdida de memoria.
¿Cómo evoluciona?
—Hay un estadio preclínico de personas normales con vida normal, sin síntomas, pero sí características neuropatológicas. Después se llega al estado clínico con problemas de memoria y biomarcadores ya alterados, y finalmente el estado de demencia.