Desconcierto e inquietud. Este el estado de ánimo de los vecinos de los Don Pepe después de que la consellera de Vivienda, Movilidad y Territorio, Marta Vidal, anunciase este martes en el Parlament que los residentes del bloque B de los apartamentos Don Pepe tendrán «una solución» para su situación. Mientras que para las 50 familias desalojadas del bosque A ya existe un plan para realojarlas un nuevo edificio, para las 50 del bloque B no se ha llegado a avanzar ninguna solución concreta, más allá de «estudiar una solución tras analizar la situación».
De los dos edificios de los apartamentos Don Pepe, el edificio A fue desalojado tras declararse en estado de ruina y fuera de ordenación por parte del anterior equipo de gobierno del Ajuntament de Sant Josep. Según el Consistorio, el segundo inmueble, en el que aún residen unas 50 familias, levantó una planta más de las cuatro autorizadas a mediados de los años 60.
Por parte del Govern de Armengol se pretendía derribar ambos edificios y ofreció a los afectados la construcción de pisos, a través del Ibavi, en compensación. El Ayuntamiento buscó un solar para el que acordó una permuta con sus propietarios y el Govern, a través de un decreto urbanístico, activó los resortes necesarios para facilitar la operación.
Tras el cambio de color político, parte del vecindario del bloque B no oculta su inquietud ante las posibles soluciones que se les propondrán respecto a su situación.
Tal como explica Cristina, propietaria de uno de los pisos del bloque B de los Don Pepe desde 2005, «recibimos un mensaje en el que nos decían que tras una reunión el Govern pretende salvar el bloque B».
«Muy disgustada»
«Nos habían dicho una cosa y ahora parece que el Govern se echa atrás», se queja Cristina, «muy disgustada» mientras se pregunta por qué «si antes era un peligro, ahora resulta que no: ¿que se caiga o no el edificio depende de quién mande en el Govern o en el Ayuntamiento? No tiene sentido». «Nos habían prometido reubicarnos en otro edificio; ya había mandado toda la documentación que me pidieron y ahora resulta que quieren rehabilitar el edificio», relata la propietaria.
Cristina explica que «cuando quisimos rehabilitarlo y repararlo no nos dejaron, tanto tiempo después se ha ido deteriorando todavía más y ahora el edificio está lleno de grietas y hecho polvo». La propietaria asegura que «tenía una oferta de compra firme que se echó para atrás cuando empezaron estos líos, ahora ¿quién me compraría este piso?».
Carmen vive en el quinto piso desde hace más de dos décadas. Se trata de la planta que, según el Ayuntamiento, se levantó sin licencia por encima de la cuarta autorizada. Sin embargo, Carmen matiza que «en realidad es la cuarta planta, lo que pasa es que a la planta baja la llaman primer piso». Carmen se pregunta que «si toda la vida se han arreglado las iglesias que tienen cientos de años para que no se caigan, ¿por qué no nos han dejado que arregláramos nuestro edificio?»
Sin seguros
«Cuando vinieron los del Ayuntamiento a echar a los primeros, nos dijeron desde el primer día que nos tendríamos que ir todos», explica Maria, otra veterana vecina del bloque B de los Don Pepe, antes de exclamar que «¡ahora está todo hecho una ruina!» En este sentido, las vecinas denuncian que «los seguros no nos dan cobertura, de hecho nos echan porque consideran que el edificio está en ruinas». «Lo mejor es que nos lleven al otro lugar y que se dejen de tonterías», propone con contundencia Maria antes de pronosticar que «por muchas reformas que quieran hacer ahora, ya no podrán arreglar el desastre que está hecho este edificio». «Mi vecina del quinto ha puesto una mesa delante de una de sus grietas para que no entre la luz, la del tercero tiene una raja por la que pasa la mano», argumenta Maria que cruza los dedos porque «Dios no permita que le caiga algún pedazo del edificio a alguien».
Carla es vecina de A Coruña y está de visita con su amiga Cristina estos días en Ibiza y no pudo evitar escuchar la conversación entre el vecindario de los Don Pepe de la misma manera que tampoco pudo evitar mostrar su sorpresa ante la situación: «parece mentira que una isla que genera tantísimos turistas y tantísimo dinero, ¿cómo es posible que los ayuntamientos no respondan a este tipo de cosas?».