«Mis hijos me necesitan a mí y yo necesito a mis hijos». «¿Cuándo podremos regresar a nuestra isla?». «Estamos agotadas psicológicamente». «Mi marido solo no puede con toda la carga familiar». Son algunas de los testimonios de las docentes de Mallorca y Menorca que tuvieron que trasladarse a Ibiza para realizar su año de prácticas tras aprobar las oposiciones. Una de estas afectadas es Joana Hidalgo, quien tiene un hijo de 12 años. Esta mujer intenta gestionar la conciliación de la vida laboral y familiar como puede con tal de pasar tiempo con sus seres queridos. Sin ir más lejos, relata que para poder ver a su familia coge cada semana cuatro vuelos entre las islas para poder conciliar. «Me voy todos los miércoles a Mallorca cuando salgo de trabajar del CEIP Sant Jordi y vuelvo temprano el jueves por la mañana. El viernes regreso y paso todo el fin de semana en mi isla», explica Joana Hidalgo, destacando que sólo duerme en Ibiza los lunes, martes y jueves.
«Estoy agotada, pero no puedo hacer otra cosa porque con nosotros también vive una persona dependiente y mi marido no puede con todo», lamenta. Además, también señala el incremento de los gastos que suponen estos desplazamientos y el alquiler de la vivienda en Ibiza. «Coche y casa en Mallorca, vuelos, transporte en Ibiza, alquiler de 950 euros en la isla, gastos en comida… es una situación muy complicada», destaca. En este sentido, afirma que no puede más y que si el curso que viene tiene que consolidar su plaza en la Pitiusa mayor, porque no le han autorizado su petición de comisión de servicios para regresar por tener un hijo de 12 años y una persona dependiente a su cargo, solicitará una reducción de jornada para poder trabajar, si el centro lo permite, de lunes a miércoles.
Comisiones de servicio
La docente Isabel Reus, que este año ha trabajado en el CEIP Sant Jordi a media jornada, destaca que, lamentablemente, estas comisiones no las podrá coger todo el mundo. «Te la van a aceptar porque tenemos derecho, ya que tenemos hijos menores de doce años, pero nadie nos garantiza la plaza. No vemos ninguna salida», agrega esta mujer, madre de un niño de seis años y una pequeña de cinco meses. «A los diez minutos de irme, mi hija se pone a llorar», lamenta. Explica que se planteó alquilar un piso sola en Ibiza y vivir con su madre y su pequeña, pero no quiso separar a sus hijos pequeños y optó por viajar de lunes a miércoles entre las islas. En este sentido, señala que en cada vuelo se gasta cerca de 20 euros más el transporte hasta el CEIP Sant Jordi que, muchas veces, se trata de un taxi. «Me gasto en venir a la isla alrededor de 80 euros a la semana», subraya Isabel mientras Periódico de Ibiza y Formentera hace el recorrido junto a ella y Joana Hidalgo en dirección al aeropuerto para que ambas regresen a Mallorca.
Asimismo, destaca que no volverá a Ibiza hasta junio porque tuvo que fraccionar la duración de la fase de prácticas por la maternidad. Por su parte, la docente mallorquina Bárbara Morey explica que cuando aprobó las oposiciones sintió «mucha alegría», pero esta sensación se esfumó al comprobar que tenía que desplazarse a Ibiza: «Me tuve que ir de mi casa en la que vivía con mi pareja y buscar aquí un alquiler en pleno agosto teniendo una perrita; fue horrible». Recuerda que, al ser temporada alta, estaba todo alquilado. Fue entonces cuando empezaron los nervios porque comenzaba la fase de prácticas en septiembre. «Me tuve que quedar con lo primero que encontré en Sant Antoni; un apartamento de 900 euros cuyo anuncio especificaba que si lo alquilabas sola te lo rebajaban a 700 euros», afirma.
No obstante, subraya que hay caseros que se aprovechan de la «desesperación» de los docentes desplazados y, por este motivo, no logró que esta rebaja se hiciera efectiva. «Me dijeron que no podían cambiar el precio y se aprovecharon de la situación. Afortunadamente sí que me hicieron contrato hasta el 31 de julio», destaca, resaltando que tuvo algo de suerte en este sentido, ya que muchos propietarios ofertan pisos y habitaciones sólo de septiembre a abril para, posteriormente, inflar los precios en verano.
Por su parte la docente de Menorca Claudia Sintes señala que comparte piso con tres docentes más y que coge varios vuelos a la semana para poder conciliar porque tiene dos hijos; uno de siete y otro de 11 años. «Un año fuera de casa se puede asumir, pero ya estoy agotada. Mis hijos me necesitan y yo necesito a mis hijos», agrega e indica que los opositores se sienten «abandonados» ante las consecuencias del proceso de estabilización. En su caso, destaca la situación de triple insularidad que está viviendo y que, tras la publicación de los resultados provisionales, prevé que seguirá padeciendo. «¿Cuándo podremos volver a nuestra isla?», se pregunta esta maestra. Sin duda, estos relatos resumen el sentir general de quienes han sido relegados tras aprobar sus oposiciones a docente en Baleares de 2023.