Vicent Canals Riera (Ibiza, 1959) pretendía el próximo 9 de mayo celebrar su 65 aniversario en el Club Náutico Ibiza (CNI). No podrá. Cuatro días antes los nuevos gestores de las instalaciones tomarán posesión de la sede, por lo que Canals está pasando sus últimos días como director del CNI, cargo al que accedió hace tres años tras estar cuatro como tesorero. El presidente de la entidad, Joan Marí, le reclutó «para que le ayudara con los números» –Canals trabajó durante muchos años en la desaparecida Sa Nostra– tras haber conseguido la concesión por 35 años. Sin embargo, las sentencias judiciales acabaron por llevar al traste aquel proyecto y el Club Náutico Ibiza vive horas oscuras. Canals recibió a Periódico de Ibiza y Formentera en su despacho el día después de perder la concesión.
—¿Cómo ha pasado la noche? ¿Ha podido conciliar el sueño?
—Mal. A las tres y media la cabeza me ha dicho que no podía dormir más. Alguien me ha dicho que debía ser la ansiedad, pero cuando pasa esto es porque el cerebro te dice que tienes mucho trabajo por hacer y que te pongas en marcha. No he dormido bien.
—El 5 de mayo, en teoría, se tienen que marchar...
—No, yo no me tengo que ir. Los contratos se tienen que subrogar. Seré el director de esta nueva marina, supongo que hasta que esta gente tarde en prepararme los números, será toda una aventura.
—Mi pregunta era si estaba todo perdido o piensan dar batalla jurídica.
—Sí, llevaremos a la asamblea la propuesta de un recurso contencioso administrativo con medidas cautelares, que sería poder seguir desempeñando nuestro trabajo en esta sede hasta que no se resuelva el recurso. La base jurídica de nuestro recurso es clara: tenemos delante una oferta temeraria, una propuesta que resuelve la cuestión de la seguridad ineficientemente y que no responde al espíritu del concurso. También entendemos que su administrador de hecho no puede concursar. En base a todo esto, nuestros abogados creen que hay suficientes motivos para presentar un recurso.
—¿Por qué ha perdido el Club Náutico Ibiza la concesión?
—Quizás por ingenuos. A nosotros en su día nos dirigieron hacia una competencia de proyectos y las bases se hicieron tan mal que el Supremo las tumbó porque hicieron un ‘refrito' entre competencia de proyectos y concurso. A partir de aquí, todo han sido ‘ay, ay, ay, ay'. Se han dado un cúmulo de circunstancias, hemos tenido el club en precario muchos años y mientras no se cambie la Ley de Puertos pues esto nos obliga a concursar. Para nosotros es muy difícil competir con fondos buitre o con cualquier mercantil, porque no tenemos músculo financiero. Lo que no podemos hacer es engañar a nuestros socios y plantearles que para ganar un concurso de una concesión que puede durar uno, dos o tres años tenemos que tirar uno o dos millones más al mar después de habernos gastado un millón y medio. Hemos perdido por ser coherentes con nuestro modelo.
—Alguien puede pensar que han perdido la concesión porque no se han presentado a la batalla. ¿Ha sido una mala estrategia no ceñirse a las bases y rechazar un pantalán flotante?
—Podríamos haberles dicho a los socios cuánto dinero estaban dispuestos a tirar al mar. Los barcos medianos venían de poner una derrama de seis o siete mil euros. ¿Les teníamos que volver a pedir más dinero sabiendo que quizás era solo para uño? ¿Eso es equivocarse de estrategia? Yo creo que no. Un club náutico no puede jugar en la misma liga que una mercantil. Nuestro club solo dispone de 15 amarres de transeúntes, mientras que el de Sant Antoni, que depende de Ports IB, tiene 200. Ellos sí que pueden hacer números y jugar, nosotros no. El Club Náutico no podía pedir a sus socios que sacaran de su bolsillo siete, ocho o diez mil euros de sus bolsillos para tirarlos al mar. Un club social y deportivo no puede engañar a sus socios.
—Al menos ha quedado claro que estafar no es lo mismo que defraudar.
—No lo sé. En términos jurídicos no me meteré. Pero lo que sí está claro es que la sociedad se lo tiene que hacer mirar. Que la sociedad ibicenca se pueda permitir el lujo de perder una entidad centenaria como la nuestra, es para hacérselo mirar. Y que al otro lado haya un defraudador, lo hace todavía más grave, pero podría haber concursado otra mercantil. Y nos han ganado lícitamente, eso no lo niego. Pero que no vendan el proyecto como social, porque no lo es.
—¿Cuándo empiezan a deteriorarse las relaciones del CNI con la APB? ¿Cuándo empiezan las hostilidades?
—Yo no lo he conocido pero según me cuentan (Ángel) Matías, exdiretor de Autoridad Portuaria, nos tenía mucha inquina. A partir de entonces las relaciones han sido complicadas.
—El concurso salió en julio de 2022, con Francesc Antich de presidente de la APB. ¿Cómo eran las relaciones con él?
—Yo he conocido los últimos cuatro presidentes de Autoridad Portuaria y Antich fue el primer presidente que puso encima de la mesa una comisión entre la Asociación de Clubs Náuticos y Puertos del Estado para elaborar unas bases que tengan en cuenta todo el tema social y deportivo. Y esto se plasma en la concesión que aún disfrutamos ahora. Cuando se dio de baja por enfermedad, empezaron a pasar cosas. Nos pidieron un informe a la Abogacía del Estado para poder disfrutar de los dos años de prórroga al que teníamos derecho, pero quince días antes de recibir el informe convocaron el concurso que ahora hemos perdido. En condiciones normales, en estos dos años no se tendría que haber convocado ningún concurso y haber ejecutado un proyecto definitivo para solucionar el problema de seguridad. Y esto pasó cuando Antich estuvo de baja y el señor (Jorge) Nasarre, director nefasto de Autoridad Portuaria, hizo lo que le dio la gana.
—¿Qué le parece que solo el representante del Consell d'Eivissa votara en contra de la adjudicación a Puertos y Litorales Sostenibles?
—Se lo tenemos que agradecer. Sé que hubo un debate intenso y le agradezco el esfuerzo para trasladar qué estaba en juego. Pero también entiendo a los consejeros y me pongo en su piel. Está mal parido el sistema, no es culpa de los consejeros. Es el concurso el que está mal hecho.
—¿Le sorprende el voto de Llorenç Córdoba, el presidente del Consell de Formentera?
—No haré comentarios.
—El representante de la sociedad ganadora dice que lo primero que harán será encargar una auditoría. ¿Teme que puedan encontrar alguna irregularidad?
—Me deja perplejo que un tercero pueda pedir una auditoría de una entidad. Los únicos que pueden pedirla son Puertos del Estado y a la asamblea de nuestros socios. Lo que denuncian ahora, curiosamente el mismo día que se reunió el Consejo de Administración para ‘enmerdar' el asunto, ya lo denunciaron hace un año y medio. Ya se les contestó que eran una sarta de mentiras insidiosas y de mal gusto. A Autoritat Portuària les consta que estamos al corriente de todas nuestras obligaciones tributarias, que presentamos fielmente nuestras cuentas anuales y que somos una entidad transparente que rendimos cuenta ante la asamblea. Si nuestros socios nos piden una auditoría, claro que la haremos. Estamos muy tranquilos. Pero, ¿quién es este señor para pedir nada? No está legitimado para pedir nada. Tranquilidad absoluta. Luz y taquígrafos. De mi gestión podrán decir lo que quieran, pero yo soy un hombre honesto de pies a cabeza y mi código ético está muy por encima de los códigos éticos que circulan por el mundo.
—También ha enviado un mensaje de tranquilidad, que todo va a seguir igual. ¿Se lo cree?
—Esto quiere decir que no entiende nada de lo que es club náutico. Si se refiere a que las amarras tendrán los mismos cabos y amarrarán igual, tiene razón. Y el marinero será el mismo, mientras no lo echen a la calle. Pero nada más seguirá igual. Esto dejará de ser la sede de una entidad centenaria donde había un intercambio social y un espíritu de convivencia único. Dejará de ser esto para ser el espacio de una marina. No dudo que se harán cosas, pero nada será igual. Para empezar, habrá cien embarcaciones que veremos si podrán pagar la tarifa que les pongan. Es una incógnita, pero están autorizados a multiplicar por cuatro las que actualmente se cobran aquí. ¡Cuidado! Pasaría a ser la marina más cara del Mediterráneo, dos veces más que Marina Ibiza. Ellos dicen que cobrarán en función del mercado, pero están autorizados a cobrar esto. Y hay otro tema: si invierten 2 millones de euros y la concesión se termina al año, que podría pasar, lo tendrán que cobrar. El papel lo aguanta todo. Ha cambiado todo.
—El día 24 han convocado una asamblea general. ¿Qué mensaje transmitirán a sus socios?
—Los directivos y yo pondremos nuestros cargos a disposición. Es una derrota, hay que ser honestos y nos toca emprender la travesía por el desierto. Los socios nos tendrán que decir hacia dónde ir. Me consta que la directiva querrá liderar la remontada, pero si hay alguna alternativa también se tendrá que valorar. Se transmitirá un mensaje de tranquilidad, sobre todo a las familias de la escuela de vela. El Club Náutico seguirá con la escuela de vela, con ‘Un mar de posibilidades' y seguirá apoyando a sus deportistas náuticos. Esta es la voluntad con el objetivo de estar fuertes dentro de tres años para participar en el concurso que nos han prometido que responderá a las características de náutica social y a largo plazo. En nuestras alegaciones al Plan Especial del puerto hemos pedido que se blinde este espacio, que ahora se llama marina social, y que los pantalanes lleguen hasta el Mar y Sol cuando se trasladen las barcas de Formentera. También hemos pedido que Autoritat Portuària asuma la seguridad portuaria y dedique, por ejemplo, 10 millones a construir un dique de los 100 que tienen para embellecimiento. Entendemos que si hay agitación en el Náutico es por las actuaciones que se han hecho en el puerto. El nuevo director de la APB, Antoni Ginard, nos lo reconoció cuando era jefe de Infraestructuras. También hemos pedido mil metros más de edificaciones porque necesitamos hacer unas inversiones en la escuela de vela, como un gimnasio. Cuando hemos hecho estas alegaciones sabiendo que quizás nos íbamos en dos días, es porque pensamos en el futuro. Sabemos que no estamos solos porque tenemos el reconocimiento social de toda Ibiza.