Los terrenos de Sa Joveria, tras el recinto ferial de Ibiza, se están convirtiendo en el lugar de residencia de decenas de personas llegadas a Ibiza en busca de trabajo.
Unos terrenos en los que se están construyendo multitud de infraviviendas donde poder pernoctar y en los que conviven multitud de hombres, en su mayoría procedentes de los campamentos del Sahara Occidental.
Durante la mañana, el asentamiento no presenta mucho movimiento, y es que, tal como explica Moha, «los que no están trabajando están buscando trabajo».
Moha viene de Sahara Occidental y explica que lleva en Ibiza «desde hace tres años» y que se encuentra buscando trabajo «en cualquier cosa, sobre todo en la construcción». El joven de 32 años dedicaba la mañana del martes a construir un habitáculo a base de maderas de palés junto a su compañero Ahmed, de 42, mientras preparaban té en un pequeño hornillo de carbón a los pies de otra chabola cubierta por una lona azul.
Ahmed, también es saharaui, «también somos españoles», reivindica, y cumple su segundo año en la isla. «Soy jardinero y he estado trabajando en distintos sitios, como en una empresa de limpieza para la que he estado limpiando esta zona», explica antes de resumir el problema a la hora de acceder a la vivienda en Ibiza y la razón por la que ha decidido vivir en Sa Joveria con un «entre noviembre y febrero puedes encontrar alguna cosa, pero el resto del año es imposible».
El jardinero también expone su malestar respecto al racismo del que está siendo testigo en primera persona a la hora de buscar vivienda, «cuando ven que eres árabe enseguida te dicen que no». De esta manera, Ahmed asegura que «durante estos dos años he estado viviendo en distintos lugares como este, en Santa Eulària por ejemplo, pero nunca he podido vivir en un piso».
Al contrario que Ahmed, Moha asegura que sí ha dormido bajo techo en Ibiza desde su llegada, sin embargo explica que «perdí la cama del piso en el que estaba en Sant Antoni cuando viajé al campamento (en referencia al Sahara Occidental), cuando volví ya no tenía donde quedarme a dormir». De esta manera, tal como explica él mismo «llevo un mes viviendo aquí y ahora estamos montando estas maderas para poder dormir los dos».
Respecto a la comunidad que se está formando en Sa Joveria, la pareja de amigos asegura que «por lo menos hay 50 o 60 personas», sin embargo, el elevado número de chabolas y tiendas de campaña repartidas por el terreno podría hacer sospechar que el número de ‘vecinos' del asentamiento pueda ser todavía más elevado. Además, de la misma manera que Ahmed y Moha estaban construyendo un nuevo habitáculo, muchas de las chabolas que se pueden observar en la zona presentan un estado que evidencia que son de construcción reciente.
Hassan es el habitante de una de ellas y, tal como reconoce él mismo, «llevo solo cuatro días en Ibiza y todavía estoy buscando vivienda y empleo, aunque tengo entendido que el tema de la vivienda está muy complicado».
Se trata de chabolas de distintos tamaños y con distintos materiales de aislamiento. Una de ellas presenta incluso una instalación con una placa fotovoltaica, un pequeño espacio acotado a modo de terraza y una cocina exterior que no representa las condiciones del resto de habitáculos entre los que también se encuentran multitud de tiendas de campaña.
Tampoco es difícil divisar aquí y allá montones de basura recogida en sacos que quienes tratan de mantener la zona lo más limpia posible ni algún montón de garrafas de plástico con las que almacenar un agua que en este tipo de asentamientos se convierte en uno de los bienes más preciados.
El peligro de incendio que suponen estas concentraciones queda también evidenciado en los restos quemados de una de las chabolas a unos metros de otra en la que se puede observar una bombona de butano con la que poder cocinar.