Son las 11 de la mañana en Platja d'en Bossa, una de las zonas más turísticas de la isla. Nos encontramos a finales de julio, lo que corresponde con el pico máximo de la temporada. Y, sin embargo, por la imagen que uno se encuentra dando un paseo se podría pensar todo lo contrario. En las amplias terrazas de los bares y restaurantes de la zona con suerte hay una o dos mesas ocupadas. Las tiendas arrojan una imagen igual o peor, vacías a la espera de que entre la clientela a la cual poder atender.
Las expectativas que se tenían de cara a la temporada no están ni remotamente cerca de cumplirse, un hecho que preocupa a muchos comercios que, en la mayoría de los casos, han de vivir el resto del año con los beneficios que se obtienen en estos meses de supuesta «máxima actividad». Este freno en la actividad comercial no sucede en un lugar o en un establecimiento o negocio concreto, sino que es un parecer compartido en diferentes sitios de la isla.
Una de las terrazas más grandes de Platja d'en Bossa es la del restaurantes Dunes. A esta hora tan solo hay dos comensales sentados consumiendo. Al respecto, su encargada cuenta que «está siendo una temporada horrible. Solo hay clientela entre las cinco y las siete de la tarde, antes de que la gente entre a Ushuaïa, y a partir de las doce de la noche, cuando salen. El resto del día el establecimiento está por momentos prácticamente vacío». No recuerda una temporada tan mala como esta, ni siquiera la del covid, y no es una impresión particular sino generalizada, ya que más gente de la zona explica lo mismo. A la hora de buscar la raíz del problema, aparece lo económico, ya que cada vez menos familias pueden permitirse el desembolso que supone viajar a Ibiza.
Reducción de personal
Justo al lado del Dunes se encuentra otro establecimiento, el Manoa, donde el trabajo está siendo «como una montaña rusa», tal y como lo define su encargada para definir que se combinan días frenéticos con días sin casi clientela. La celebración este año de la Eurocopa o los Juegos Olímpicos pueden estar detrás de esta bajada pero que, el motivo principal es el económico. Y esto afecta, como no puede ser de otra manera, al trabajador ya que «se sobrevive todo el año con lo que se gana en verano». Un buen ejemplo es que se encuentran sitios para aparcar justo en frente «cuando esto en la vida se había visto».
No es solo a la restauración a la que afecta la falta de clientela, sino que otros tipos de negocios lo viven de la misma manera o incluso más. La tienda de ropa y artículos de moda Dreams, justo en el mismo paseo, también está viviendo esta caída de clientes. Su encargada, Marga, lleva 20 años en este negocio familiar. Coincide en que, en todo el tiempo que lleva en Platja d'en Bossa «nunca ha vivido un año tan malo como este». Según explica, los turistas «no empiezan a salir hasta por la tarde, y el resto del día la tienda está la mayor parte del tiempo vacía».
Esta caída en el volumen del negocio afecta de manera directa. En este caso, en Dreams, han tenido que recortar personal. «El año pasado teníamos siete empleados contratados, este año hay dos trabajadoras y otra chica que hace media jornada», explica Marga. A la hora de hablar de los motivos, vuelven a coincidir en los elevados precios de la isla: «si a los que vienen les cuesta 18 euros beberse un agua en una discoteca, como les va a quedar dinero para nada más», razona.
Volviendo a la restauración, en otro establecimiento de Platja d'en Bossa coinciden en que la temporada «está siendo más tranquila de lo que se esperaba». El movimiento se concentra en las horas de salida de los clientes de Ushuaïa. La encargada matiza que, pese a este bajón. «siguen trabajando de manera correcta. Se nota el bajón pero no es dramático». Sin embargo, advierte que a principio de verano parecía una temporada normal, mientras que ahora en julio sí se ha notado esa caída. Una vez más, señalan que el problema es una clase media «que ya no puede venir porque no hay tanto dinero para gastar. La gente que tiene mucho dinero puede seguir viniendo, pero los establecimientos de gama media lo estamos notando».
Platja d'en Bossa, como uno de los puntos más enfocados en el turismo, es de los que se está viendo más afectado por esta caída en la actividad comercial. Pero está lejos de ser el único. Esta situación se repite en otros puntos de la isla, que también están quedándose muy lejos de sus objetivos a nivel comercial. Una de estas zonas es el Paseo de ses Figueretes.
Ses Figueretes
Es Xiringuito es un establecimiento en primera línea de dicho paseo. Para Renato, uno de los trabajadores del negocio, «está siendo una temporada muy floja, apenas hay clase media. Sigue viniendo la gente de mucho dinero, pero las familias apenas vienen. Está todo muy caro y la gente prefiere ir a otro sitio. Es excesivo». También comenta que mientras en años anteriores el trabajo era constante, ahora va según días y horas a la semana. «Aquí tenemos buen precio para lo que es Ibiza, el sitio es bueno, el producto es bueno, pero la realidad es que no hay gente», señala.
Las impresiones de otros negocios de la zona son muy parecidas. Luis, encargado del Haddock, otro restaurante del paseo, explica que el problema es el perfil de los turistas que llegan. «Muchos de ellos llegan y ni siquiera tienen hoteles contratados, no van a restaurantes para no gastar. Por el contrario, los que tienen mucho dinero optan por villas privadas, por servicios exclusivos y, al final, tampoco optan por la hostelería del lugar», opina Luis.
Vila
Ya en el centro de Vila, la situación dista de ser mejor para los comercios y restaurantes de la zona. El encargado de La Dispensa, un conocido restaurante, cuenta que «está siendo complicado, poca aglomeración de gente, se está notando mucho el bajón». Bajo su parecer, toda la isla «está en un nivel un poco bajo, y hay que tratar de hacer mucho con lo poco». Espera remontar de cara a lo que queda de temporada.
Un negocio muy distinto, pero que experimenta una situación muy similar, es Victoria, una tienda de ropa de la ciudad. Su empleada, Pía, cuenta que «es una comunión de cosas. En primer lugar, hay menos gente, pero es que además el perfil de gente que viene también ha cambiado. La gente que viene gasta menos, pregunta lo que está rebajado, no realizan el mismo desembolso… La situación ha cambiado».
Con todo, se puede observar como la temporada turística está decepcionado a muchos de los comercios de la isla. Después de un año 2023 de grandes números, los establecimientos de la isla ven cómo los resultados están lejos de repetirse. La gran señalada como causante es, de manera casi unánime, la gran subida de precios que se ha vivido en la isla y el cambio en el perfil del turista.