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La viticultura ibicenca hace frente al cambio climático

Las bodegas ibicencas se enfrentan a los efectos del cambio climático con innovación y respeto por las variedades autóctonas

Toni Planells

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El cambio climático está dejando una huella profunda en la viticultura de Ibiza, obligando a bodegas como Can Rich a replantear sus estrategias de producción. Una de las consecuencias más notables es el adelanto de la vendimia, que este 2024 comenzó el 29 de julio, marcando una tendencia que ya se ha observado en los últimos años, con una recolección que se ha adelantado en torno a una semana respecto a las fechas tradicionales. Este fenómeno responde a un aumento de las temperaturas y a la necesidad de ajustar el ciclo de cultivo a las nuevas condiciones climáticas.

Adaptación

Álvaro Pérez, director de producción y venta de Can Rich, con experiencia en la zona del Duero en la Península, está liderando esta transición. «Si la situación climática es diferente, no vale seguir haciendo lo de siempre», afirma con determinación. Para Pérez, la clave radica en la capacidad de adaptación: «Las viñas dependen de la temperatura y de la duración del día. Vamos a hacer cambios en la gestión de las bodegas en general».

Este cambio se traduce en un enfoque hacia las variedades autóctonas, que según Pérez, son ideales para resistir las condiciones actuales. «Apostaremos por variedades autóctonas para producir un estilo de vino muy mediterráneo, muy de Ibiza, en un proyecto junto al Consell en el que estamos apostando por recuperar las viñas más ibicencas y hacer elaboraciones experimentales». Entre estas variedades se destacan la ‘grec' para el vino blanco, y el ‘monastrei fort' y el ‘monastrei fluix' para los tintos, todas ellas con un ciclo más largo, lo que les permite adaptarse mejor al cambio climático al necesitar más temperatura para madurar. «Las variedades de ciclo más largo, como las que vamos a usar, son las que mejor se adaptan al cambio climático porque son las que necesitan más temperatura para madurar, por eso son las ideales para esta zona», añade Pérez.

Innovación

Este año, la vendimia ha alcanzado ya el 75 % de la producción de Can Rich, gracias a una recolección cuidadosa que prioriza la calidad sobre la cantidad. Pérez explica que la clave está en saber cuándo recoger: «Cuando hace frío hay que esperar a que la uva madure, cuando hay más temperatura tienes la oportunidad de elegir el momento óptimo para vendimiar. Cuando la uva tiene la madurez adecuada, tiene calidad y el vino sale solo». No obstante, la calidad no es el único aspecto en el que se está innovando. Para mitigar los efectos de la sequía y las altas temperaturas, Can Rich ha implementado un sistema de riego gota a gota, conocido como «riego de supervivencia». «Vamos a hacer un riego gota a gota, un riego de supervivencia, para asegurarnos de que la planta sobreviva y no pasarnos del llamado punto de marchitez donde la planta se bloquea, manteniendo siempre el estado óptimo de madurez lenta y prolongada, que es lo que buscamos», afirma Pérez.
Además, la posibilidad de elegir el momento óptimo para la vendimia, cuando la uva tiene la madurez adecuada, es otra ventaja de adaptarse a estas nuevas circunstancias climáticas. «Cuando hace frío hay que esperar a que la uva madure, cuando hay más temperatura tienes la oportunidad de elegir el momento óptimo para vendimiar», comenta el director de producción.

Desafíos

Otro reto que el cambio climático ha traído consigo es el aumento de la población de palomas torcaces, una plaga cada vez más problemática en los viñedos de Ibiza. Stella Rodríguez, responsable de la bodega, describe cómo estas aves, que antes solo eran de paso, ahora han encontrado en la isla un hogar permanente: «Son una verdadera plaga. No solo van a por la uva, después van a por la aceituna y son verdaderamente voraces». La presencia continua de estas aves añade una capa de complejidad a la protección de las cosechas, obligando a los viticultores a buscar soluciones creativas para minimizar el impacto de estas plagas.

Por otro lado, las lluvias veraniegas, aunque no siempre frecuentes, han resultado beneficiosas para las viñas en este año particular. «Para nosotros, las lluvias de verano son como agua de mayo», asegura Pérez, «ayuda a que las viñas cojan un poco de carrerilla para que terminen de madurar». Este tipo de precipitaciones puede ser crucial para garantizar una cosecha equilibrada y de alta calidad, a pesar de los desafíos que presenta el clima.

Futuro del vino ibicenco

En resumen, el cambio climático está obligando a los viticultores de Ibiza a innovar y adaptarse rápidamente a las nuevas realidades. La apuesta por las variedades autóctonas y la implementación de nuevas técnicas de cultivo son pasos necesarios para garantizar la supervivencia de una tradición vinícola que busca, no solo sobrevivir, sino prosperar en medio de la incertidumbre climática. Can Rich, con su enfoque en la identidad mediterránea y su compromiso con la calidad, está demostrando que la viticultura ibicenca tiene la capacidad de reinventarse y seguir ofreciendo vinos únicos y auténticos, profundamente arraigados en su tierra.

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