La presencia de caravanas en cualquier rincón de Ibiza se ha convertido en algo más que habitual: es ya inevitable. Así, el paisaje de la zona de Pou d’es Lleó, una de las más populares entre los ‘furgoneteros’, se presenta durante este agosto salpicado de ‘comunidades’ de autocaravanas y furgonetas camperizadas, extendiéndose desde el mismo Pou d’es Lleó hasta Ses Eres Rojes. Desde la playa, se puede divisar una decena de ellas sobre el acantilado, y desde allí se puede divisar una decena más en Ses Eres Rojes.
Antonio y Juan son de Valencia y propietarios de dos de las furgonetas camperizadas que a principios de esta semana amanecían en Pou d’es Lleó. «Yo acabo de pasar aquí la primera noche», admitía Antonio, mientras que Juan aseguraba: «Yo llevo ya 10 días en Ibiza durmiendo en la furgoneta». Ambos se encuentran de vacaciones en Ibiza y Antonio explica: «He estado buscando alojamiento en casa de unos amigos, pero tenían la casa a tope, así que decidí venir en la furgoneta». Consciente de que «el tema de las furgonetas no está muy bien visto últimamente», Antonio tiene previsto «dormir cada noche en un lugar distinto para no llamar mucho la atención», advertido por «la chica de la caravana de al lado, que me ha contado que la multaron la primera noche».
A diferencia de Antonio, que visita Ibiza por segunda vez, Juan conoce la isla «desde hace bastantes años» y asegura que «otros años he podido alquilar alguna casa o dormir en casa de algún colega; este es el primer año que vengo en la furgoneta». Ambos turistas valencianos subrayan que «la gente que viajamos en furgoneta solemos ser bastante respetuosos con el entorno: tiramos la basura en el contenedor, no vertemos las aguas grises en cualquier lugar y procuramos cuidar el lugar donde estamos».
Paula y Jascha son alemanes y, tras pasar una semana navegando con sus amigos, han decidido pasar sus dos últimas noches de vacaciones en la isla a solas en una furgoneta camperizada que han alquilado por 100 euros la noche. La pareja considera que «es un buen precio en comparación a otras opciones» a pesar de que es ilegal.
Sin embargo, tal como asegura el vecindario de Pou d’es Lleó, «por las noches el panorama cambia muchísimo». Lali, responsable del restaurante y del hostal Pou d’es Lleó, explica que «durante el día se vacía porque la gente se va a trabajar, pero al anochecer se forma toda una procesión de furgonetas y coches que vienen a pasar la noche. Puede haber entre 20 y 30». «El parking se queda lleno de basura, de excrementos y de todo tipo de cosas, además de perros sueltos o gente que se pone a cocinar haciendo fuego», asegura otra de las vecinas.
Además, la responsable del hostal se queja de que «vienen por la noche, cuando hemos cerrado, a engancharse a nuestra Wi-Fi y a cargar los móviles en los enchufes de la terraza». Además, Lali asegura que «llenan los depósitos de agua con la manguera que tenemos para regar las cuatro plantas de aquí delante y, encima, han llegado a tirar las aguas grises delante del restaurante con los olores que eso supone».
Desencantada ante la falta de actuación por parte de la Administración pública, afirma: «Ya se vio con la desaparición de Es Pou; veníamos avisando desde hacía años, pero no se hizo nada hasta que hubo que lamentarse». Lali pronostica que «con esto pasará lo mismo, porque por mucho que venga la Guardia Civil nos dicen que ellos son los primeros que no pueden hacer nada porque también tienen que vivir en furgonetas».
Al otro lado de la isla, en Punta Pedrera, es otro vecino, Rein, quien muestra su preocupación por el incremento de la presencia de esta alternativa habitacional que está proliferando en Ibiza. «Cada vez se ven más caravanas en la zona de Punta Pedrera; además, son muy grandes», asegura Rein, quien también apunta que «últimamente también está viniendo mucha gente al bosque que hay entre Punta Pedrera y Port d’es Torrent». El vecino se solidariza con «gente como quienes desalojaron de Can Rova, que son trabajadores y que ahora tienen que buscarse la vida», a la vez que teme «los peligros que supone que tengan que vivir en el bosque, cocinando con fuego y bombonas de butano».
Efectivamente, aunque es más fácil detectar una serie de camiones [sic] camperizados al final de la calle Torrent-6, basta un paseo por el pequeño bosque que resiste en la costa oeste de Port d’es Torrent para divisar algunas furgonetas más y un pequeño asentamiento con una serie de furgonetas, caravanas y autocaravanas.
La habitante de la autocaravana, moderna y bien cuidada, asegura que «este es mi estilo de vida», mientras declina hacer más declaraciones antes de mudarse a otro lugar. A pocos metros, tienen su campamento montado junto a su caravana, Luisa y Juan, desde el inicio de la temporada. «Es la tercera temporada que venimos a trabajar a Ibiza, pero seguramente será la última: ya no volveremos», explica Luisa, quien, a sus 59 años, asegura que «Juan sí que trabaja, pero este año yo no he conseguido encontrar trabajo; me ven mayor».
Respecto a la decisión de acampar durante la temporada, Luisa asegura que «es mejor que alquilar una habitación por 900 euros y tener que compartirlo todo; es imposible encontrar un lugar donde vivir».
«Por eso la gente ya no quiere venir a trabajar a Ibiza y se acaba marchando; la situación en Ibiza es insostenible», asegura Luisa, que extiende sus argumentos explicando que «si ganas 1.500 euros como camarera de piso (es su profesión), ¿cómo vas a pagar 900 por una mísera habitación? Nos hemos vuelto locos». Luisa viene de Valencia y también pone el foco en que «un sueldo en Ibiza, aunque tenga un número mayor que en la Península, es mucho más bajo: ¡hasta el supermercado es carísimo!», concluye.