Unas primeras horas de la mañana marcadas por el sol y el buen tiempo acompañaban a los ibicencos y formenterenses durante el comienzo de la jornada del miércoles. Sin embargo, en este casi la calma precedía a la tormenta, que se desataba en diversos puntos de la isla a media mañana, tal y como anticipaba previamente la Agencia Estatal de Metereología -AEMET-. El primer punto de entrada de la tormenta fue Sant Antoni de Portmany, donde las nubes hicieron su aparición en la bahía a partir de las doce menos cuarto de la mañana. Tan solo unos minutos después, estas comenzaban a descargar con fuerza en el municipio portmanyí.
Con el paso de los minutos, las precipitaciones se extendían a lo largo de toda la isla, dejando imágenes tan particulares como la granizada que sorprendía a todos en Sant Miquel de Balansat, cerca de la una de la tarde. Ese hora supondría el pico máximo de las lluvias en la jornada del miércoles para, poco después, empezar a escampar y que, ya cerca de las dos, el temporal abandonase territorio pitiuso en dirección hacia Mallorca.
Pese a lo impactante de los momentos vividos durante el pico máximo de precipitaciones, al final no han revestido de la gravedad que se esperaba, debido a la corta duración de estas, que se han extendido por menos de dos horas. Según las previsiones originales de la AEMET, estas podrían extenderse hasta las seis de la tarde, momento hasta el cual estaba activa una alerta naranja por fuertes lluvias decretada desde las 12 de la mañana. Sin embargo, estas previsiones no se han cumplido y las lluvias no se han extendido por tanto tiempo.
Gracias a esta corta duración del temporal no se han producido mayores incidentes. El Ayuntamiento de Ibiza, por ejemplo, no ha notificado ninguna incidencia grave más haya de las ya habituales imágenes de pequeñas inundaciones que se producen en ciertas zonas como, por ejemplo, Platja den Bossa. Ahí los comercios han tenido que cerrar tan solo durante unamedia hora por las fuertes lluvias, y a partir de media tarde ya estaban funcionando con normalidad con el trasiego habitual de turistas de la zona. Sin embargo, las calles colindantes que sufren estas pequeñas inundaciones, como en el Carrer de Porreres, donde los abundantes charcos no permiten el paso a pie de los transeúntes, provocando el malestar de los comerciantes.