La Justicia ha reabierto la investigación del suicidio de Ilan, un menor de once años que se quitó la vida en 2019 en Ibiza. Tras más de cuatro años de lucha por parte de su madre, el caso, que en su día se cerró como un accidente, ha sido reabierto gracias a nuevas pruebas y testimonios que apuntan a un posible caso de acoso escolar sistemático y prolongado, según relata Laura Moreno, madre del pequeño Ilan.
En este sentido, la madre del menor ha conseguido que la causa vuelva a instrucción tras contratar a un abogado penalista de Madrid, después de que dos letrados de Ibiza no lograran avances. «Por fin, después de cinco años, se ha podido reabrir el caso», explica la madre, quien denuncia la existencia de una red de «endogamia, silencios e intereses» que durante años habrían obstaculizado la investigación en la isla.
Según su testimonio, Ilan, un niño con altas capacidades, fue víctima de acoso por parte de compañeros desde los seis años. Pese a cambiar de centro educativo, los ataques continuaron, incluso durante algunas actividades extraescolares como atletismo o fútbol el joven fue hostigado por estos acosadores. La madre afirma que hubo al menos un episodio de agresión verbal durante un encuentro escolar en el Cine Regio, presenciado por docentes que, según ella, no intervinieron.
Explica que a lo largo de estos años, la familia ha recopilado testimonios de compañeros del menor y de otros alumnos que aseguran haber sufrido abusos similares. «He hecho de policía judicial durante cinco años», afirma la madre, quien ha conseguido que algunos testigos, ahora ya mayores de edad, hayan accedido a declarar.
«Persecución constante»
Uno de los episodios más graves relatados por la madre fue el acorralamiento de Ilan por parte de una veintena de niños durante un entrenamiento de fútbol, donde le habrían lanzado pelotazos en una portería. «Fue una persecución constante», subraya, añadiendo que Ilan llegó a sufrir crisis de ansiedad severas. La madre denuncia también la inacción del sistema educativo y de los protocolos de protección al menor. Asegura que pidió formalmente el cambio de centro educativo por acoso, pero en los registros oficiales figura como un traslado dentro del plazo ordinario. «Lo verbal se lo lleva el viento», lamenta.
El nuevo impulso judicial investiga ahora si existió encubrimiento por parte de docentes y si se activaron adecuadamente los protocolos de actuación frente al acoso escolar.
«Los profesores eran también padres de los agresores», denuncia la madre, que insiste en que su lucha no es sólo por su hijo, sino «por todos los niños que han sufrido en silencio» esta lacra social. El caso ha generado un gran impacto social. La familia ha promovido varias movilizaciones, entre ellas manifestaciones en Ibiza y Barcelona, y ha participado en el documental Dolor Impune en el que cuatro familias relatan cómo fue la vida de sus hijos que se suicidaron tras sufrir presunto acoso y abuso en la escuela.
También colabora con asociaciones para la prevención del acoso escolar. El nombre del centro educativo, así como el de los presuntos implicados, no se ha hecho público por estar la causa judicial en curso. La madre subraya que busca justicia: «Los culpables deberían asumir responsabilidades penales». La reapertura del caso marca un giro en la lucha por esclarecer la verdad de una tragedia que conmocionó a la comunidad educativa de la isla y que ahora podría sentar un precedente en la forma de abordar el acoso escolar en Baleares.
Hay que señalar que, según el último informe de la Fundación ANAR y la Fundación Mutua Madrileña, el 9,4 % del alumnado es víctima de acoso escolar y ciberbullying. Lo que supone, según este estudio, que España ocupa el primer lugar en términos de acoso escolar a nivel mundial. La mayor incidencia se encuentra entre los 11 y 12 años donde se da un 66,2 % de los casos.
Además, según el informe realizado por la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud junto a Naciones Unidas, el acoso escolar se cobra alrededor de 200.000 vidas al año entre niños, adolescentes y jóvenes. Cifras muy preocupantes que muestran la terrible realidad que provoca esta gran lacra social.
ENPDe qué vas? Yo soy profesora y sufro la falta de respeto, insultos, acoso incluso amenazas y no puedo denunciar porque se considera parte de mi trabajo y debo "ayudarlos" pirque si hacen eso es que necesitan ayuda....el agresor según la sociedad lo es porque no los tratamos bien