Aunque Agustín Torres y Mari Carmen Tallón nacieron en Granada, no se conocieron hasta que, ya siendo jóvenes, se trasladaron a trabajar a Alicante. Concretamente a Jijona, donde coincidieron en una de las fábricas del afamado turrón que se produce en esta región alicantina.
David, el padre de Mari Carmen, era el responsable de tostar las almendras que el joven Agustín se encargaba de llevarle. Mari Carmen trabajaba en el departamento encargado de envolver y empaquetar los famosos turrones de Jijona. Ella y Agustín no tardaron en casarse, comprarse una vivienda y tener a su primera hija en Alicante.
Turrón y helado
Además de por sus turrones, Jijona también es famosa por sus helados. De hecho, la tradición heladera de esta localidad está muy vinculada a la producción de turrón, ya que muchas de las materias primas y técnicas utilizadas en su elaboración —como la almendra y el azúcar— también se aplican en la fabricación de helados artesanales.
Durante el siglo XX, muchas familias jijonencas dedicadas al turrón diversificaron su negocio con la venta de helados, sobre todo durante los meses de verano. Estos heladeros solían trasladarse a otras ciudades de España en temporada alta, y algunos fundaron allí heladerías que aún hoy conservan el apellido jijonenco como distintivo de calidad y tradición.
Por eso, es habitual encontrar heladerías llamadas ‘Jijonenca’ o similares en distintos puntos del país, y el nombre de la localidad se ha convertido en sinónimo de helado artesanal de calidad.
De hecho, cuando la familia Torres Tallón decidió trasladarse a Ibiza en 1976, eligió este gentilicio para bautizar la heladería que pondrían en marcha en el número cinco de la calle Navarra, en el barrio de ses Figueretes. Un negocio que no tardaría en adoptar el nombre familiar: Torres Tallón. A medida que crecía su éxito, lo hacía también la familia, con el nacimiento de Agustín y David. El negocio se expandió con la apertura, en 1988, de un nuevo local en la avenida 8 d’Agost.
«Entonces apenas había nada alrededor», recuerda María, que se incorporó en aquella época al equipo de Torres Tallón y que reconoce que, desde entonces, «siempre me han hecho sentir como una más de la familia».
Y es que María fue testigo de cómo los hijos de Mari Carmen y Agustín crecían correteando por la pastelería primero y trabajando «como uno más» a medida que iban creciendo. «Algún collejón tuve que darle a David alguna vez», reconoce entre risas, junto al pequeño de la familia, que hoy gestiona la heladería de la avenida 8 d’Agost desde la jubilación de los fundadores.
«Aunque se supone que el jefe soy yo, manda más ella que yo», bromea David, en un tono de cariño y respeto mutuo.
«Las colas llegaban hasta abajo», recuerda María al hablar de los primeros años del local, mientras David lamenta «que la ciudad haya crecido tanto que nos ha tapado la vista que teníamos entonces, ideal para ver los fuegos artificiales. Esa noche se llenaba la heladería hasta los topes, era una locura y trabajábamos todos a tope. Solo detrás del mostrador estábamos cuatro o cinco».
La profesionalidad y experiencia de los Torres Tallón y su equipo —del que María y David recuerdan a trabajadores clásicos del negocio como ‘La Pepa’ o Pedro, «que estuvieron con nosotros desde que teníamos la heladería en ses Figueretes»— impulsó a la familia a abrir un nuevo local en el edificio del Multicines de Can Misses, que reemplazaría al anterior. Allí mismo se trasladó el obrador donde hoy Mari Carmen, la primogénita de los Torres Tallón, sigue elaborando los helados que sus hermanos venden en sus respectivas heladerías tras la jubilación de sus padres.
«Aunque Agustín trabajó como el que más mientras estudiaba su carrera de Ingeniería, prefirió dedicarse a lo suyo cuando terminó. Además de María, conmigo también trabaja mi esposa, Karina, desde hace unos años», explica David sobre el papel de su hermano en la segunda generación del negocio familiar.
Producto
«Como helados: el de leche merengada y el de turrón; para beber: la horchata y el ‘blanco y negro’ (granizado de café con una bola de helado)», responde David sin dudar un segundo cuando se le pregunta por las estrellas de su catálogo, reivindicando así las raíces jijonencas del negocio.
Respecto a una de estas especialidades, la veteranía de María la lleva a recordar «los tiempos en los que Pepe Gamba llevaba Pachá (a pocos metros de la heladería) y hacíamos la fiesta del ‘blanco y negro’ en la discoteca».
«Se regalaba un ‘blanco y negro’ en la puerta a todo el que entraba. ¡Un día me dejaron pasar —solo cruzar la puerta, eso sí— para llevarles un cubo de granizado!», rememora David, que entonces «solo tendría nueve o diez años».
Clientela
Además de distinguirla de su hermana ‘la de los multicines’, la vecindad de la discoteca convierte a la Torres Tallón ‘de Pachá’ en un punto de encuentro nocturno.
«Por la noche cerramos a las tres de la madrugada. Viene mucha gente a tomarse un helado, un batido o el primer cubata antes de entrar a la discoteca», explica David, que también destaca la admiración del personal de seguridad del club por sus productos. «Como son gente muy ‘healthy’, les encantan nuestros batidos, que son 100 % naturales y elaborados con leche preparada».
Sin embargo, tanto David como María coinciden en que «el grueso de nuestra clientela son los vecinos de Ibiza de toda la vida, además de la gente que viene a trabajar durante la temporada».
«Ahora servimos los helados a los nietos de nuestros primeros clientes», concluye María, resumiendo en una frase la familiaridad y tradición de un negocio que forma parte de la vida y la memoria de la ciudad de Ibiza.
Buena gente, Mari y la familia Torres Tallón.