En su interior llegaron a vivir en torno a doscientas personas en improvisadas infraviviendas. Ahora, en el terreno, el resto de residuos, cristales rotos e incluso sillas de escritorio recuerda aquellos cercanos meses en los que las casas de contrachapado y las tiendas de campaña eran lo más habitual. En el terreno de Can Raspalls, ubicado a las afueras del núcleo urbano de Sant Jordi, hoy ya no vive nadie, aunque todavía queda el rastro del paso de la gente.
Fue el pasado 28 de enero cuando, a partir de una iniciativa de la propiedad del terreno, una retroexcavadora entró al lugar para tumbar las estructuras que había en la zona. En ese momento eran pocas las personas que seguían viviendo en el lugar. El motivo es que el perfil de gente que acudía al asentamiento era mayoritariamente de temporeros: en gran parte de origen saharaui, que se ubicaba en la parte más grande del terreno, y una minoría de origen latinoamericano que se situaba en la parte más cercana a la carretera de Sant Josep.
Residuos
Sin embargo, y pese a esta actuación por parte de la propiedad, quedaban muchos residuos por limpiar en el hogar. Ante ello, y ante lo que consideraban como una inacción por parte de los propietarios, el Ayuntamiento de Sant Josep inició su propia limpieza el 31 de marzo de la mano de la empresa Herbusa. Una limpieza que se ejecutó de manera subsidiaria, repercutiendo la factura final a la parte propietaria. Presupuestada originalmente en 8.500 euros, terminó costando en torno a los 21.000 euros.
Tal y como ha explicado el consistorio josepí a las preguntas realizadas desde este medio, en total se retiraron 68,3 toneladas de residuos. De ellas, el 69 % (47 toneladas) han sido residuos de construcción y otros residuos mezclados (barracas, infraviviendas, vertidos, etc.). Por otro lado, el 24 % (17 toneladas) han sido otros residuos no peligrosos o mezclados mientras que el resto han sido colchones, aparatos eléctricos, restos vegetales, etc.
El Ayuntamiento, además, asegura que «se ha intentado separar los residuos lo máximo posible (chatarra, residuos vegetales, voluminosos, residuos inertes, residuos peligrosos, etc.) y una vez retirados se han trasladado a la planta de Reciclajes Santa Bárbara para intentar hacer una separación aún más a fondo».
Situación actual
Sin embargo, sobre el terreno son muchos todavía los residuos que se acumulan, especialmente en la zona más cercana a la calle Riu Guadalquivir, paralela a la carretera de Sant Josep. Allí se pueden contar por decenas las latas, plásticos, papeles y cristales rotos que se pueden observar en el suelo o entre los matojos de vegetación, lo que podría suponer un grave riesgo de incendio. Incluso una gran silla de escritorio negra sigue ahí, como si de un recuerdo del anterior uso del terreno se tratara.
Asentamientos
Si algo ya no hay en Can Raspalls es gente. De aquel lugar en la que los caminos de tierra se convertían en calles para ir de una vivienda a otra solo queda el recuerdo. Hace escasos días se instalaron dos tiendas de campaña. Sin embargo, ante la advertencia de la Policía Local del municipio, se marcharon de inmediato.
Con ello se ha puesto, por el momento, punto y final al que, tras el desalojo de Can Rova en julio de 2024, seguramente se convirtiera en el mayor asentamiento de la isla de Ibiza. Desde el consistorio aseguran que, a día de hoy, no tienen constancia de la existencia de ningún asentamiento de estas características «más allá de puntos calientes como es Bol Nou, en los que de forma independiente se agrupan a cierta distancia unos vehículos de otros, o la estructura de Punta Xinxó.
La pregunta que muchos se hacen ahora es: si ha sido posible desalojar el terreno de Can Raspalls, ¿por qué no se lleva a cabo la misma operación en otros asentamientos de la isla?
Sanitario, totalmente de acuerdo, los propietarios denuncian y después de un montón de años , cuando deciden actuar lo hacen de esta forma y cargando toda la responsabilidad sobre ellos. No es justo, en absoluto. Al final será verdad que hay que ponerle puertas al campo.