El canal de emergencias de la playa de ses Salines, en el Parque Natural de ses Salines de Ibiza y Formentera, se ha convertido en un improvisado embarcadero para embarcaciones auxiliares, principalmente ‘dinguis’ procedentes de catamaranes y veleros fondeados frente a la costa. Durante una mañana cualquiera, Periódico de Ibiza y Formentera ha podido constatar in situ cómo el canal reservado exclusivamente a emergencias mantiene un flujo constante de embarcaciones que acceden a la playa como si se tratara de un acceso autorizado y con un buen número de pequeñas embarcaciones sobre la orilla.
Entre quienes utilizan esta vía se encuentran residentes de embarcaciones fondeadas en las proximidades, como Juan y Alexia, que aseguran llevar pasando la temporada en su barco desde hace más de una década. «Es habitual que un agente de Medio Ambiente o los mismos socorristas, que a los pobres les toca hacer de policías, nos llamen la atención por dejar aquí el ‘dingui’», explican. Junto a su perro, ‘Perri’, relatan cómo han tenido que ingeniárselas para evitar problemas. «Por las noches vamos en el pádel surf y lo cargamos en el coche porque una vez por la mañana el tractor que limpia la playa nos volcó el ‘dingui’. Pero si tenemos compra que llevar, no hay otra manera de hacerlo».
Otros usuarios habituales, como Matías y Eduardo, coinciden en señalar la falta de alternativas. «Vivo en mi barco y bajo para tirar la basura, esta es la única manera que tengo de hacerlo», dice Matías. «Alquilas una de las boyas y no tienes cómo ir a tierra, no tiene sentido», añade Eduardo. Ambos insisten en que el uso del canal está amparado por la normativa náutica, al ser zona de fondeo: «La ley permite bajar a tierra por cualquier canal náutico y si embarco amigos, también debo poder usarlo».
Sin embargo, esta práctica choca con la función específica del canal: servir de vía exclusiva para intervenciones de socorristas o emergencias médicas. Según ha explicado un testigo, en apenas tres horas, y coincidiendo con las franjas de embarque de excursiones náuticas, observó el paso de una docena de embarcaciones. Algunas, al percatarse de la presencia de un agente de Medio Ambiente, desviaron a sus clientes a otros puntos como Cap des Falcó, sa Canal o el canal de acceso de la Escuela de Vela, próximo al de emergencias. «Esto pasa cada día, con todo el chárter náutico que hay. La mayoría serán ilegales», sentencia.
Cabe destacar que la actividad de chárter náutico dentro del Parque Natural de ses Salines no está autorizado. En este sentido, es una actividad no autorizable dado su impacto ambiental en un espacio protegido. Aunque muchas empresas cuentan con seguros y documentación general en regla, no disponen de autorización de la Demarcación de Costas para embarcar y desembarcar en la playa, lo que convierte su operativa en ilegal según la normativa vigente.
En ses Salines, se calcula que podrían operar entre 13 y 17 empresas de chárter náutico al margen de la legalidad. La mayoría emplea embarcaciones auxiliares —sobre todo ‘dinguis’— para acceder a la costa. Las únicas excepciones toleradas son las embarcaciones que trasladan clientes a restaurantes, consideradas un mal menor frente al riesgo de que la playa se llene de barcas particulares invadiendo la zona pública protegida.
A pesar de los esfuerzos de control en zonas como sa Caleta o es Codolar, donde la actividad está más restringida gracias a la presencia de agentes ambientales del Govern, la situación en ses Salines sigue desbordada incluso con los controles periódicos de los agentes ambientales del Govern. Mientras unos defienden su necesidad de acceso por no tener otra alternativa, la acumulación de ‘dinguis’ en la playa compromete no solo la seguridad del canal de emergencias sino también la conservación de un entorno protegido que no puede absorber el creciente impacto de la presión náutica estival.
Puerto pateras Son mordidas sanas jajajajjaa