O la odias o la amas, con Paquita no hay medias tintas. Todo en ella es extremo. Hablar de Francisca Sánchez Ordóñez es adentrarse en una de esas historias que te atrapan desde las páginas de papel cuché de las revistas del corazón aunque su vida da para mucho más. Para un libro entero de los que, seguro, sería un best seller. Su vida es el mismo reflejo de su arrolladora personalidad.
No hablaremos en esta entrevista de su paso por la cárcel, de cómo la detuvieron en plena Flower Plower de Pachá y ambientaba su celda con Chanel nº5, no repetiremos todo lo que ya se ha contado sobre como empezó a ganar dinero «montañas de dinero» vendiendo pisos «para familias trabajadoras» junto a su exmarido en Málaga.
Paquita Marsan va a cumplir 76 el último día del año de este 2025 porque ella fue original hasta para venir al mundo. «Nací un 31 de diciembre, mientras a mi madre le asistía la comadrona, se tomaba las uvas». Pero es ahora cuando tiene otras historias que contarnos. Paquita ha podido llevar una vida ordenada, tranquila y siguiendo la senda de la legalidad. Pero ella ha preferido hacer las cosas como todo en su vida: a su manera.
Me cita en Casa Prima, al norte de la isla «se llama así por una perrita que tuve que quería muchísimo y cuando estábamos arreglando la casa venía conmigo a todas partes». Sólo con ver la puerta de entrada sabes que estás en una casa de Paquita. Porque si algo tiene esta mujer es gusto. Todo lo hace bonito. «Me gusta rodearme de belleza», repite en varias ocasiones durante las más de tres horas de conversación en un salón enorme, precioso.
Nos acomodamos en unos sillones de terciopelo verde con cojines morados. Nos traen una limonada natural recién hecha con limones, seguramente, recién cogidos de sus propios árboles. «Me encanta la naturaleza, por eso en esta casa he preferido abrir unos grandes ventanales que me permiten ver el verde, las plantas que amo, los árboles. He sustituido cuadros por paisajes naturales», asegura. Y es en este momento cuando le pregunto por otra de sus casas, la que más dolores de cabeza le ha dado y la que le ha costado casi la salud. Y también la que levantó de forma ilegal casi en su totalidad: Casa Lola. Y yo quiero saber por qué.
—¿Por qué pudiendo hacer las cosas bien desde el principio, las ha hecho mal?
—Esto fue al principio de mi llegada. Ignorante total, yo pensaba, es mi terreno, me encanta invitar a la gente a mis amigos, hago tres o cuatro habitaciones más, me encanta que la casa tenga habitaciones… pues las hice. Y reconocí que lo había hecho mal y que las tenía que tirar. Y yo no tenía ningún problema en tirarlas.
—Pero no las tiró usted. Fue el Ayuntamiento quien tuvo que actuar de forma subsidiaria para restablecer la legalidad. Con todos los avisos que tuvo del Ayuntamiento, ¿por qué no lo hizo usted?
—Esto no fue así. Se lo voy a explicar. A mí me decían siempre que tenía que tirar la casa y yo estaba dispuesta a tirar lo que tuviese que tirar. Yo dejo todo este tema en manos de un abogado. Y él se va de vacaciones en agosto y me dice, no te preocupes de nada. De pronto un día antes de irse me dice: ‘va a venir el Ayuntamiento, tú no les dejes entrar’ [pongo cara de sorpresa]. Le estoy diciendo la verdad, como te estoy mirando a los ojos, yo no miento nunca en la vida. Ya sé que es una cosa súper extraña, pero es tal cual se lo cuento. Total, que se va este señor de vacaciones y yo nunca había recibido una carta del ayuntamiento ni nada, no sé si se las mandaban a este señor.
—¿Usted no recibió ningún aviso del Ayuntamiento de que tenía que tirar las partes ilegales de la casa?
—Como se lo cuento. Yo lo tenía todo en manos de mi abogado.
—¿Quién era?
—Prefiero no decírselo. No porque tenga nada que esconder, al contrario, a mí me hicieron mucho daño con todo este tema y mi imagen quedó dañada porque la gente se pensó que era yo la culpable, cuando no sabía nada. Pero tampoco quiero hacerle daño ni causarle un mal. Y él ya sabe muy bien lo que hizo. Le sigo contando. Yo tenía la casa alquilada y yo estaba en Sa Caleta y de pronto me llaman: ‘han entrado unos tanques que están destruyendo todo’. Y yo, como ya me han hecho mucho daño y he sufrido mucho, me puse a meditar y dije, será lo que Dios quiera. No pude ni ir a la casa, porque me daba angustia. Y entonces yo inmediatamente llamo al abogado que te digo que estaba de vacaciones en el quinto pino y me dice, «¡ay! no entiendo, no entiendo cómo te han podido hacer esto. Es una barbaridad, se me ha escapado de las manos» y que estaba sin cobertura…
—¿Me está diciendo que su abogado la engañó?
—Sí, porque además [sube el tono de voz enfadada] ¡es que le di un millón de euros! Un millón de euros me sacó.
—¿Le ha denunciado?
—Pues no le he denunciado. Yo le he perdonado porque no te puedes quedar en la vida con el resentimiento, el odio y la rabia de toda esa gente que te hace daño, porque esa rabia te pone mala, te da enfermedades. Pero ahora mi abogado me dice que sí le denuncie, porque a mí los inquilinos que estaban en Casa Lola también me han denunciado por haberse tenido que ir. Y la verdad, qué pena cómo se fueron, ¡cómo los sacaron!… un horror.
—¿Y cómo está Casa Lola ahora? Porque creo que tiene okupas.
—¡Tengo okupas en casi todas mis propiedades! Vamos a ver, tú ves como tengo la casa, me gustan las cosas bellas. Yo ahora cuando voy a Casa Lola, que voy muy poco porque me provoca ansiedad, porque se lo han cargado todo, se han llevado todo, me robaron de todo cuando entraron las máquinas. Esa casa era una belleza ¿Ahora qué? Decadencia total. Eso es lo que ha hecho la administración. Decadencia, porque es lo que quiere la administración. Porque el ser humano es vanidoso, tengo el mejor coche, la mejor casa. Pero gracias también a esas vanidades la administración vive de nosotros. Porque nosotros mantenemos a la administración. Si no hubiera ilusión estaría todo muerto, como pasa en Venezuela.
—¿Pero va a arreglar Casa Lola?
—Yo cuando voy a París me enamoro de París, de las cosas grandes, bellas, Casa Lola era una preciosidad, pero cuando entraron las máquinas me quitaron todo, los muebles que tenía, me robaron piezas hermosísimas de decoración. La gente se pone a hablar sin saber nada. Hablan de Paquita sin saber nada. Tengo a mi abogado que lo que va a pedir es que la casa principal, la que sí tenía licencia, esa la voy a conseguir.
—¿Le robaron cuando entraron las máquinas?
—Sí, de todo. Y a mí no me dejaron entrar. No me dejaban entrar en mi propia casa.
—¿Y no lo denunció a la Guardia Civil?
—¿Yo? Y de qué iba a servir. De nada. Si como le digo tengo okupas por todo y ¿qué hacen? Le voy a decir una cosa y va para Europa entera. Como Europa siga así con la administración lenta y no aprendan de los que producen, de los chinos, que nos han comido. ¿Qué han hecho los chinos? No poner obstáculos y no odiar tanto al que trabaja. Estamos en un mundo activo. Aquí la administración siempre te pone obstáculos y obstáculos. Yo no he sido nunca de la administración porque he sido un ser humano que me he revelado siempre de la injusticia. ¿Soy impaciente? Sí. Pero es que no se puede tolerar que tarden cinco años en darte una licencia.
—Y como tardan tanto usted lo hace sin licencia.
—Pero ¿qué licencia? ¿qué licencia? A veces no se puede ir con una escopeta por la vida. Es que si la administración tarda cinco años o seis en darte una licencia ¿qué haces? Yo soy una persona muy generosa yo lo doy todo, lo regalo todo. Nunca he querido nada de nadie y solo he dado. Soy de dar. Por eso en la administración no sé pedir. Es que yo trabajo y no soy de ir a la administración. Y yo he sido una cabeza de turco.
—¿Piensa que ha sido una cabeza de turco?
—Hombre, ni lo dudes. Hasta en la cárcel me han metido. Con todas las cosas ilegales que se hacen en Ibiza, pero claro, Paquita es Paquita. Me han machacado. Pero yo siempre subo para arriba. Cuando salí de la cárcel le dije a una persona: ‘ya me metiste, ¿ahora qué?’ Y se me quitó el miedo al salir de la cárcel. Jesús Quintero me dijo una vez ‘ahora que ya has visto todas las miserias humanas ¿qué piensas?’ y yo le contesté, pues lo que tú piensas, Jesús. A los grandes no les gustamos. Si somos corderitos y seguimos las normas sí. Pero a mí me ha costado mucho. No puedo callarme. No puedo. Yo amo los genios, amo la gente que vale, porque hay tan poca gente que vale en esta puta vida, y a los que valen hay que subirlos para arriba.
PepetEs simple.. el famoso " en Ibiza, con dinero, haz lo que quieras" no apareció de la nada, sino de décadas de trabajo de conseguidores de impunidad y sus tropas de sobornables ) son los principales responsables del estado actual de nuestra isla. Muy famoso aquello de " usted tranquilo, q de los inspectores y agentes me ocupo yo, usted diga q no sabe nada y mencione el nombre de su abogado, y cuando aqui volvamos a gobernar se le arreglan los papeles". Dicho y hecho.. fuera anticorrupción, las obras ilegales legalizadas ( incluidas reformas integras de casas payesas protegidas y pozos ilegales ), a construir en rústico etc etc..