María de los Ángeles Cotto llegó a Ibiza desde su Argentina natal en octubre de 2002. Junto a su pareja, Marcelo Perazzo, pasó cerca de una década regentando con éxito un negocio en Platja d’en Bossa, el bar Passage, mientras residían en Santa Eulària. «Conseguimos que el negocio fuera bien», asegura Ángeles, mientras recuerda anécdotas de aquella etapa, como «cuando había partidos de fútbol, sobre todo del Mundial con la selección argentina, yo siempre hacía empanadas argentinas».
En Ibiza, la pareja no tardó en adaptarse, tanto laboral como socialmente. Entre las personas que Ángeles recuerda con más cariño se encontraba la recientemente fallecida Margarita Guasch, una ibicenca que emigró a Argentina con sus padres en su niñez y que regresó a Ibiza muchos años después con sus tres hijos. «Ella era como una segunda abuela para mi hija, nos daba muchos consejos y siempre, por mi cumpleaños, me hacía una tarta de dulce de leche y coco», recuerda Cotto con emoción.
Un local vacío
En su pueblo, mientras acompañaban a su hija Camila a la parada de autobús, Marcelo no dejaba de fijarse en un local situado justo enfrente. «Es un lugar de paso, delante de la parada y del mercado; pasan muchos niños de camino al colegio o a clases extraescolares. Sin embargo, el local siempre estuvo vacío», relata Cotto.
Corría el año 2014 cuando, tras finalizar el contrato de alquiler del bar de Platja d’en Bossa, la pareja decidió quedarse con aquel espacio del Camí de Misa de la Villa del Río. «Primero decidimos quedarnos el local y después ya pensaríamos qué tipo de negocio poner en él», reconoce Ángeles. «La primera idea que tuvimos fue hacer bocadillos y cosas para que los niños pudieran llevarse de camino al colegio o al instituto».
Pronto, sus amigos les recordaron las empanadas que preparaban en el bar cuando jugaba la selección argentina. Así, el proyecto fue creciendo y tomando forma: «Nos propusieron que, además, hiciéramos pastelería argentina, ya que apenas había este tipo de oferta, al menos en Santa Eulària».
Recetas familiares
«En ese momento mi mamá vivía en Ibiza y tenía sus recetas, sobre todo la de la tarta de ricotta que siempre me hacía por mi cumpleaños. Además, tenía un amigo, Gabi, que tenía una pastelería en Mallorca», recuerda Cotto para explicar cómo se adentró de lleno en el oficio de pastelera. «Me fui a Mallorca a trabajar intensivamente con Gabi para aprender lo más básico», explica.
Aunque también pertenecía al mundo de la hostelería, la experiencia era muy distinta: «Cuando trabajas en un bar como el de Platja d’en Bossa, los turistas apenas te recuerdan al día siguiente; en una pastelería de un pueblo como Santa Eulària todo el mundo te reconoce, te corrige y te aprecia».
Nace La Morocha
Morocha’ es el término con el que en Argentina se describe a una mujer morena y con el que Marcelo siempre se ha dirigido cariñosamente a Ángeles. El afecto con el que la pareja puso en marcha su nuevo negocio no dejó lugar para otro nombre. La Morocha abrió sus puertas en XXX de 2015 con un amplio catálogo que incluía hasta 14 variedades de empanadas argentinas —«algunas recetas de mi mamá y otras mías»—, además de la tarta de ricotta de Raquel y la de dulce de leche con coco de Margarita.
«La primera misión fue presentar la pastelería argentina a la gente del pueblo. En Santa Eulària nadie comía dulce de leche», asegura Ángeles. «Tuve que regalar muchos alfajorcitos y muchas porciones de tarta de ricotta o de dulce de leche. Hoy por hoy son de las que más se venden, y solo un 20 % de nuestra clientela es argentina; el 80% restante es gente del pueblo».
Misión cumplida
Otro de los logros con los que soñaban antes de emprender era «que algún niño viniera a buscar una empanada para el almuerzo en el cole». Hoy, esa escena es habitual: «Ya vienen muchos niños a las 8:40 horas a buscar su empanada o su sándwich de miga, otra de nuestras especialidades argentinas, así que creo que ya puedo decir: misión cumplida».
Introducir un producto nuevo no es tarea fácil, pero Ángeles dio con la fórmula: «Recetas siempre caseras, con productos naturales, mucho trabajo, mucho amor y, lo más fundamental de todo, un buen equipo sin el cual no hubiera podido».
A día de hoy, el equipo de Ángeles en La Morocha está formado por Mario y Andrea en el obrador, y por Camila y la recién incorporada Andrea en la atención al público. Solo un año después de su apertura, Marcelo se hizo con la gerencia del restaurante La Costanera.
Aun así, Ángeles no deja de recordar al equipo con el que inició La Morocha en el que, además de su madre, contaba con Carmen, Flor, Susana, Carmencita y Penny, «que estuvieron apoyando siempre en los momentos más duros y sin los cuales no hubiéramos sobrevivido a la pandemia».