Los termómetros superan con facilidad los 35 grados de temperatura. Incluso, en ciertas zonas de la isla, como en Sant Joan, los registros se alzan por encima de los 40 grados. Unas temperaturas completamente desorbitadas para la isla, incluso para encontrarnos en pleno mes de agosto, que pueden convertirse en una tranquila jornada de playa o en una sofocante jornada de trabajo, dependiendo de las condiciones de cada uno.
Y es que la alerta naranja en la cual están sumidas las Pitiusas a causa de las elevadas temperaturas afectan de manera muy diferente al trabajador que ha de seguir con profesionalidad ante estas temperaturas que al turista que disfruta de unas plácidas vacaciones, o los locales que disfrutan de su día libre con desasosiego.
Este domingo las playas han vivido, quizás, la jornada de más trasiego de todo el año. Platja d’en Bossa estaba desde buena mañana completamente abarrotada, en prácticamente toda su extensión. Incluso la zona contigua a la torre de Sal Rossa, algo más alejada de la habitual influencia turística, estaba repleta de gente.
La imagen no era nada diferente en las playas de la ciudad de Ibiza. Figueretas era un bullicio de gente, en el que prácticamente no había un hueco libre ni para extender una toalla más. Esta situación no se limitaba únicamente a la zona de la arena, sino que las terrazas de los bares y chiringuitos de la zona, bajo el auspicio de la sombra y el frescor de los ventiladores, estaban a rebosar de gente.
Una situación muy similar era la de Talamanca. Sobre las camas balinesas o las sombrillas particulares no faltaba nadie. El calor no invitaba a estar en cualquier lugar que no fuera dentro del agua o bajo el refugio de la sombra.
Turistas y trabajadores
Queda claro que las altas temperaturas, tan deseadas por las miles de personas que visitan la isla en plena temporada alta, se viven de manera muy distinta cuando hay un trabajo con el que cumplir. Este mismo sábado un trabajador del Aeropuerto se desmayaba y había de ser trasladado al hospital a causa de un golpe de calor.
«Las temperaturas aquí en la pista son muy elevadas. Entre el calor que ya hay de por sí, el asfalto que hace que aumente todavía más y los motores de los aviones que despiden más calor, sumándole que no podemos vestir con ropa fresca por seguridad, es normal que pasen cosas así», cuenta Marcos, un compañero de profesión. Quienes también han de convivir con las elevadas temperaturas, a pleno sol, y con ropas poco adaptadas a la situación, son los operarios de limpieza. Uno de ellos, José, señala que «nos han modificado el horario, para empezar más temprano y poder terminar antes. Sin embargo, las últimas horas se hacen muy pesadas, ya que ya hace mucho calor y nosotros tenemos que ir con pantalones largos», apunta.
A escasos metros de donde él limpia, otros como Borja y Alejandra disfrutan de un combinado cómodamente desde sus hamacas. «En Madrid también tenemos mucho calor, pero aquí al menos si nos queremos refrescar lo tenemos fácil», aseguran, sobre su convivencia con las altas temperaturas durante sus vacaciones.