«Han sido ocho años de calvario, una auténtica pesadilla. Muchísimas noches sin poder dormir y lo que deseamos y pediríamos es que ninguna familia sufra lo que hemos vivido nosotros por el acoso a nuestro hijo». Son palabras de los padres de un joven de Ibiza que fue víctima de un grave caso de acoso escolar. Un niño y una familia que sufrieron una doble victimización: el acoso y maltrato sufrido por el menor y la «incomprensión e inacción de la dirección del centro que actuó como si nuestro hijo fuera el culpable».
Los hechos se remontan ocho años atrás, cuando el menor cursaba primero de ESO en el instituto Isidor Macabich del municipio de Ibiza. Ahí arrancaron los episodios de acoso, toda clase de vejaciones y agresiones que se prolongaron durante casi dos años ante la inacción de la dirección del centro, según ha corroborado ahora una sentencia de la sala Contencioso Administrativa del Tribunal Superior de Justicia de las Illes Balears. La sentencia de 10 julio de 2025 condena a la conselleria de Educación del Govern balear a indemnizar con 20.000 euros a la familia del menor.
Pesadillas
«No hay dinero que compense lo que ha sufrido nuestro hijo. Ahora, afortunadamente, está bien, pero en su día sufrió mucho. Nuestro hijo estuvo muchas noches sin poder dormir con normalidad, con pesadillas que no le dejaban descansar. Ir cada mañana al colegio era un tormento y dejó de practicar un deporte que le apasionaba y con el que competía a nivel nacional», relatan unos padres que también han sido víctimas. «Lo pasas muy mal porque el acoso escolar es una realidad que está ahí. Las víctimas se encierran en sí mismas, son niños y desgraciadamente hay casos que acaban en suicidio», advierten. En este sentido lamentan la «pasividad, inacción, que mostró la dirección del centro donde estudiaba nuestro hijo. Hay unos protocolos para estos casos y no se aplicaron. No hubo control para atajar la situación y miraron hacia otro lado», lamentan. Así, la madre recuerda como un día le llamaron a mediodía para que fuera a recoger a su hijo. «Yo le esperaba en la parada de bus de casa y tuve que ir al colegio. Mi hijo estaba en la parada del Macabich con el labio partido. Te puedes creer que la agresión había sido dos horas antes y nadie nos había avisado», lamenta la madre. El padre del menor recuerda otra agresión que se produjo a pesar de que algunos profesores eran sabedores de que se iba a producir y no lo evitaron. Una agresión que fue grabada y difundida a través de WhatsApps.
La dirección era conocedora de los hechos. Los padres decidieron cambiar a su hijo de centro y la «sorpresa fue que en Educación de Ibiza no tenían constancia del caso. Tuvimos que solicitar un cambio de matrícula extraordinaria por acoso escolar», indicaron unos padres que hacen un llamamiento a la reflexión para que casos como el de su hijo no se repitan.
Batalla judicial
La familia denunció los hechos y se embarcó en una batalla judicial que todavía continúa para que se hiciese justicia con su hijo y, «sobre todo, para que se tome nota y no tengamos que lamentar más casos de acoso escolar a niños».
La sentencia refleja que el IES no interpretó el caso «como debía, como un maltrato continuado en el tiempo». También subraya que «faltaron medidas de prevención destinadas a evitar situaciones de riesgo». También advierte que se debió poner en marcha el Protocolo de Prevención e Intervención en acoso escolar «inmediatamente y no dilatarlo», hecho que perjudicó a la víctima, así como que el IES Macabich debió haber comunicado a la inspección educativa lo que venía ocurriendo.
Sentencia relevante
Noelia Rebón, abogada de la familia, destacó la relevancia de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia ya que, según subrayó, «constituye una resolución judicial de gran importancia en la lucha contra el acoso escolar. Este fallo no sólo reconoce la inacción del centro educativo, sino que también refuerza la responsabilidad de las instituciones en la protección de los menores. Es esencial que esta resolución motive a las escuelas a implementar de manera efectiva los protocolos contra el acoso, garantizando así un entorno seguro para todos los alumnos».
Rebón concluyó que este caso «representa un avance significativo hacia la justicia y la prevención, y debe servir como modelo para el cambio en la comunidad educativa».
Mi hijo fue acosado y excluido por sus compañeros y profesores en su escuela. Un día me suplicó que no lo llevara al colegio. Dijo que deseaba no existir. Lo envié porque la escuela decía que no era tan grave. Esa tarde mi hijo estaba en urgencias con puntos en la oreja. La única llamada de la escuela fue para informarme. No hubo reuniones con el director, profesores ni con otros padres. Mi hijo tenía miedo de salir de casa porque el niño vivía en la misma zona. No envié a mi hijo a la escuela hasta que el colegio se pusiera en contacto. Tardaron 5 semanas. Las cosas nunca mejoraron. Mi nino tenía 8 años.