Este pasado mes de mayo abrió sus puertas en Santa Eulària la heladería y crepería Amor, un nuevo espacio ubicado en la Plaza del Cañón. Al frente del proyecto se encuentra Bárbara, que tras una larga trayectoria laboral en el sector bancario en su Italia natal decidió dar un giro a su vida y emprender en el mundo de la heladería artesanal.
La idea de poner en marcha este negocio tiene un origen familiar. Fue su hija Carlotta quien, gracias a sus estudios de pastelería en Italia y a la experiencia adquirida como heladera en la reconocida heladería Luco, en Torino, transmitió a su madre los conocimientos técnicos y la pasión necesarios para elaborar un producto propio. De esa colaboración surge Amor, con la intención de ofrecer helados y crepes preparados de manera completamente artesanal.
Uno de los aspectos que Bárbara subraya como fundamentales en su trabajo es la importancia de las proporciones en las fórmulas de cada helado. Frente a lo que denomina «bolsas preparadas de helado industrial que venden en las franquicias», Amor se diferencia por un proceso de elaboración propio, en el que cada mezcla se ajusta cuidadosamente para lograr el resultado deseado. A ello se suma la elección de la materia prima: Bárbara acude al mercado de Santa Eulària para seleccionar personalmente las frutas más frescas, que posteriormente se convierten en la base de varios de sus sabores.
En cuanto a la oferta, la heladería cuenta con un catálogo reducido pero bien definido, en el que destacan dos referencias. La primera es el helado de pistacho, que se ha convertido en el producto más demandado por los clientes. La segunda es el helado de chocolate negro, que ocupa un lugar cercano en popularidad y que completa una propuesta en la que también tienen cabida las crepes artesanales, elaboradas al momento.
La clientela que se acerca a Amor es variada y refleja la ubicación céntrica del local. Según explica Bárbara, sus consumidores habituales se dividen entre grupos de jóvenes que juegan en la plaza, familias de turistas que pasean por el centro, vecinos del pueblo y trabajadores de negocios cercanos que encuentran en este rincón una opción para disfrutar de un helado tras la jornada laboral.
Con este proyecto, Bárbara ha dado un paso firme hacia una nueva etapa profesional en un entorno que combina la tradición de la heladería italiana con la vida cotidiana de Santa Eulària. Amor se suma así a la oferta gastronómica del municipio, con la particularidad de haber nacido de la experiencia compartida entre madre e hija y de la apuesta por un producto elaborado de manera artesanal desde la base.