Mirko Musu lleva más de veinte años alternando estancias entre Roma e Ibiza. Sus largos paseos por Vila y sus conversaciones con Deborah Marchese en la plaza del pintor Vicent Calbet acabarían trazando el mapa de su último proyecto empresarial: Minú Pizza al Corte, un negocio que pretende trasladar a la ciudad la fórmula de la pizza al corte propia de la tradición romana.
«Siempre he estado enamorado de esta plaza», declara Musu, citado cuando recuerda aquellos paseos y cómo la vida cotidiana de la plaza actuó como detonante del proyecto. En 2022, paseando con Deborah, vio un cartel de «se traspasa» en un antiguo locutorio y aquella casualidad dio paso a un proceso de recuperación y puesta en marcha del local que culminó con la apertura en enero de 2023.
La escuela de la familia
Entre 2009 y 2011 Mirko trabajó en Roma junto a su tío Roberto en un modelo de negocio que consistía en crear pizzerías desde cero, explotarlas durante un año y venderlas posteriormente. «Algo parecido a lo que hace la gente con los pisos, pero creando un negocio desde el principio», explica. Fue allí donde aprendió las técnicas básicas y adquirió el oficio, y donde sitúa a Minú —su madre— como su principal referente: el nombre del local es un homenaje a ella.
La coincidencia entre la firma del contrato del local y el aniversario del fallecimiento de Minú añadió un matiz emocional al proyecto. La memoria familiar no solo está en el nombre: la imagen que preside la pinzaría es una ilustración que evoca con simpatía la figura de la madre, una especie de madonna popular que sirve de logo y de recordatorio del origen del negocio.
Pizza al corte
Minú se presenta como una pizzería al corte con raíz romana. La masa es uno de los ejes del concepto: fermentaciones largas para lograr una textura ligera y aireada, con porciones vendidas al peso o por trozos según demanda. La porchetta —carne de cerdo asada y horneada durante horas, servida como bocadillo sobre una base tipo focaccia— figura entre las piezas más demandadas y se ha convertido en la especialidad reconocible del local.
El formato de venta busca un equilibrio entre la oferta rápida (ideal para comer en la plaza o llevar) y la calidad de un obrador: pizzas con fermentaciones prolongadas, variedad de sabores y alternativas vegetarianas y veganas.
Más allá de la porción
Además de las pizzas al corte, Minú ofrece otros platos de corte italiano que completan la carta: lasaña (en su versión boloñesa y vegetariana), berenjena a la parmesana, supplì (croquetas de arroz rellenas de mozzarella) y platos calientes que forman el soporte del menú diario. La propuesta incluye asimismo postres caseros; la fusión entre producto de panadería y cocina italiana es parte del sello de la casa.
Durante las primeras semanas el negocio contó con el apoyo activo de Deborah Marchese, que participó desde el inicio como socia y en la atención al local.
Contratiempos y perspectivas
En otoño, las inundaciones que afectaron a la ciudad dañaron el espacio donde se preparaban los menús calientes, lo que obligó a suspender temporalmente esa parte del servicio. Mirko ha anunciado la intención de reanudar esos menús en noviembre, una muestra de que el proyecto persigue la recuperación de su oferta completa sin renunciar al formato de pizza al corte que lo distingue.
Minú aspira a consolidarse como punto de referencia en la plaza del pintor Vicent Calbet: un local de barrio, que combina memoria familiar y oficio aprendido en Roma, y que apuesta por la sencillez de una buena porción y por la autenticidad de un producto trabajado con tiempo.