En el Paseo Juan Carlos I, frente a la marina de Botafoch y con vistas privilegiadas a Dalt Vila, se levanta un rincón de refinada elegancia que parece trasladar al visitante directamente a París: Pâtisserie Margot, un establecimiento que desde su apertura en 2023 se ha convertido en sinónimo de alta pastelería en la isla.
El proyecto nació, según explica el asesor gastronómico Manuel Herráiz, «después de que su fundadora, Josseline Duerrmeier, no encontrara en Ibiza un negocio a la altura de lo que estaba acostumbrada a ver en otras ciudades europeas». De esa búsqueda insatisfecha surgió la idea de crear su propio espacio, donde la excelencia técnica y la sensibilidad estética se unieran en una experiencia tan visual como gustativa.
Precisión francesa
Lejos de ser una cafetería más, Pâtisserie Margot es un templo del detalle. Cada producto —desde los croissants hasta las tartaletas o los macarons— se elabora de manera completamente artesanal en su obrador de la isla. Herráiz subraya que la calidad es un valor innegociable: «Aquí se trabaja con materias primas de primera: mantequilla francesa, harina molida a piedra, chocolate Valrhona o fruta fresca de temporada».
Esa apuesta por lo genuino y lo manual se refleja en cada bocado. Los croissants, que Herráiz no duda en calificar como «probablemente los mejores de Ibiza», requieren un proceso de laminado y fermentación lenta que respeta los tiempos de la masa y potencia su textura crujiente y alveolada. No se trata solo de reproducir una receta francesa, sino de reproducir la filosofía que hay detrás: la paciencia, la precisión y el respeto por el producto.
El obrador: talento y experiencia internacional
El alma de Pâtisserie Margot reside en su obrador, dirigido por María y Fátima, dos pasteleras con amplia experiencia internacional. Ambas lideran el equipo con rigor técnico y una visión moderna de la pastelería clásica. Su trabajo combina la tradición francesa con guiños contemporáneos: glaseados brillantes, rellenos sorprendentes, contrastes de texturas y un dominio de la estética que convierte cada pieza en un pequeño objeto de arte comestible.
Además de su oferta diaria de bollería y pastelería, el equipo elabora tartas por encargo para celebraciones o eventos privados, cuidando cada detalle en la presentación y personalización. «Es una forma de mantener el vínculo con la comunidad local —explica Herráiz—, ofreciendo productos únicos para momentos únicos».
Café de especialidad y experiencia sensorial
El concepto de Pâtisserie Margot va más allá de la repostería. La experiencia se completa con un café de especialidad de la marca Wolstton, que Herráiz considera «pionero» en la isla. Este café, seleccionado por su pureza y sus notas aromáticas, refuerza la identidad del local como espacio para los paladares exigentes.
La carta incluye también opciones de brunch y meriendas, con una selección de platos ligeros, smoothies naturales y repostería saludable o vegana, todo preparado con el mismo cuidado artesanal. La combinación de sabores, la presentación impecable y la atmósfera refinada hacen de cada visita una pausa hedonista frente al bullicio del puerto.
El local combina la sofisticación parisina con un espíritu acogedor. Su interiorismo, inspirado en los salones del siglo XIX, desprende un aire elegante que, en palabras de Herráiz, puede parecer «a priori, un poco elitista». Sin embargo, insiste en que la intención es todo lo contrario: «Queremos romper esa barrera para llegar a todo el mundo. Es cierto que la decoración puede imponer, pero en el fondo lo que queremos ofrecer es placer y cercanía».
La terraza exterior, con vistas al puerto y a Dalt Vila, refuerza ese equilibrio entre lo exquisito y lo cotidiano. Allí, los clientes disfrutan de un croissant recién hecho o una tarta de fruta con el Mediterráneo como telón de fondo.
Nuevo referente
Desde su apertura, Pâtisserie Margot se ha consolidado como una de las direcciones imprescindibles para los amantes de la repostería fina. Su éxito radica en la coherencia entre concepto, producto y ejecución: un espacio donde la artesanía no se disfraza de lujo, sino que lo define.
En una isla donde la oferta gastronómica tiende a lo efímero, Margot se presenta como un negocio estable y abierto todo el año, que reivindica la excelencia sin pretensión. Con su obrador activo, su café de especialidad y una filosofía basada en el respeto al oficio, la pastelería francesa de Josseline Duerrmeier demuestra que en Ibiza también hay lugar para la tradición, la técnica y la autenticidad.