Ses Escoles no nació como restaurante, sino como una pequeña escuela rural. El edificio, situado en la finca de Can Miquel Guasch, fue rehabilitado con cuidado para darle una segunda vida. Hoy, en ese mismo terreno crecen más de 2.200 olivos que alimentan la oleoteca del lugar.
Las antiguas aulas se transformaron en un espacio pensado para compartir y degustar aceite de oliva virgen extra ecológico elaborado allí mismo. Recuperar el nombre original, Ses Escoles, fue una manera de mantener el vínculo con la historia del edificio y con la vida de la isla.
Además de restaurante, el espacio funciona como tienda, donde se pueden probar sus aceites y encontrar otros productos locales. El ambiente sigue siendo tranquilo, con el protagonismo de los muros antiguos y una mesa que invita a quedarse un rato más. Según cuentan, la intención es sencilla: que quien llegue se sienta como en casa.