En la fiesta matutina celebrada en Vara de Rey para recibir el nuevo año no faltó de nada: uvas de la suerte, cotillón, mucho baile y diversión a raudales. Los niños y niñas que asistieron a las precampanadas familiares fueron de los primeros en Ibiza en recibir el 2026.
La maestra de ceremonias, Lidia Escandell, consiguió con su simpatía que todos disfrutaran a lo grande siguiendo sus pasos de baile y coreografías. Visto el ímpetu de algunos, muchos padres se preguntaban si sus hijos iban a ser capaces de resistir después hasta las uvas de la medianoche.
El pequeño Pol observaba junto a su madre Rosa cómo sus hermanas lo daban todo bailando al ritmo de Karol G. Rosa aseguraba que le parecen muy bien iniciativas de este tipo destinadas al público infantil, más cuando los pequeños disfrutan de sus vacaciones escolares.
«Hasta las 12 de la noche yo creo que tendrán aguante», señalaba también.
Mientras Escandell preguntaba a los niños si «estáis preparados para darlo todo», los hermanos Marc y Leo seguían también con atención todos los pasos de baile que marcaba la maestra de ceremonias.
Pau, desde su carrito de bebé, disfrutaba con los bailes de su hermana. Mientras, otra niña llamada Sara explicaba cómo iba a celebrar la Nochevieja con la familia de su madre, una fiesta para la que iba a ponerse «muy guapa».
Hasta el mediodía los pequeños bailarines estuvieron saltando y danzando hasta que sonaron las 12 precampanadas que indicaron la inminente llegada del nuevo año.
Cualquier excusa es buena para empinar el codo y estar en la calle bebiendo y haciendo ruido, y como no, gastar el dinero que tanto esfuerzo ha costado ganar en tonterías y comida de los puestos navideños, que es la principal razón por la cual se organizan éstas nocheviejas matutinas, para que la gente gaste, se deje el dinero y se marchen de allí desplumados. Si es que no tenemos remedio.