El Instituto Nacional de Toxicología ha detectado que en los últimos cuatro años (de 1994 a 1998) la frecuencia de alcoholemias positivas detectadas en los conductores muertos en accidente de tráfico ha descendido de un 60 a un 40 por ciento, según los últimos datos de un estudio forense realizado en colaboración con la Dirección General de Tráfico.
El estudio refleja también un descenso en la frecuencia de altos niveles de alcoholemia (superiores a 0'8 gramos de alcohol por litro de sangre) en los conductores muertos analizados. Concretamente, del 35 por ciento registrado en 1994, se ha pasado a un 28 por ciento en el 98, después de experimentar un repunte en el 95 (en ese año un 41 por ciento de los conductores fallecidos reflejaron altos niveles de alcohol en la sangre).
Otro dato significativo del estudio se refiere a la presencia de
fármacos en la sangre que alteran la capacidad para conducir.
El director general de Tráfico, Carlos Muñoz-Repiso, ya alertó a
principios de verano sobre los «efectos negativos» que pueden tener
determinados tranquilizantes o fármacos prescritos en Psiquiatría
(especialmente las benzodiacepinas). Los últimos datos oficiales no
sólo subrayan la advertencia de Muñoz Repiso, sino que muestran que
un ocho por ciento de los fallecidos, además de conducir bajo los
efectos de medicamentos, habían consumido drogas ilegales.