La Policía Británica de Transportes cifró en la tarde de ayer en 104 el número de personas muertas o desaparecidas como consecuencia de la catástrofe ferroviaria que tuvo lugar el pasado martes en la estación de Paddington, en Londres. La policía había fijado anteriormente en 127 esta cifra, aunque ésta fue revisada porque algunas presuntas víctimas llamaron a los servicios policiales para hacerles saber que estaban sanos y salvos.
Por otra parte, los expertos británicos en seguridad ferroviaria presentaron ayer su informe preliminar sobre las causas del accidente, en el que pueden haber muerto más de un centenar de personas. El informe de la Agencia de Salud y Seguridad, que recibió al mediodía el viceprimer ministro y titular de Transporte, John Prescott, confirma que el choque se debió a que uno de los trenes, de la compañía «Thames Trains», no respetó un semáforo en rojo.
El tren de la «Thames», procedente de Cheltenham y cuyo conductor había completado su formación dos meses antes, chocó contra el expreso de la compañía «Great Western» que salía de la estación londinense de Paddington. El violento choque entre ambos provocó el descarrilamiento de la mayoría de los vagones, alguno de los cuales ardieron al momento.
Los expertos también denuncian que, al parecer, el expreso de «Great Western» se desplazaba con el sistema de protección ferroviaria automática (ATP) apagado. Este sistema hace que la locomotora se detenga de manera automática si pasa de largo ante una señal en rojo.