Cerca de quince minutos de amenazas de muerte atrapados en un establecimiento con un conocido delincuente de Eivissa que mostraba un cuchillo de cocina de grandes dimensiones después de dejar a su hijo, un niño de un año, encima de la mesa de una caja registradora. Esta es la desagradable experiencia que vivieron a última hora de la tarde anteayer empleados y clientela -una veintena de personas en total- que se hallaban en un supermercado de Santa Eulària donde ocurrieron estos hechos.
Tras estos minutos de tensión todo pudo acabar sin heridos gracias a la actuación de la Policía Local, cuyos agentes lograron que el ladrón depusiera su actitud no sin antes verse obligados a enfrentarse con él directamente para poner fin a esta situación. Sólo entonces Moisés D.G., de 34 años, entregó el cuchillo que tenía escondido detrás de su propio hijo y que había sacado cuando se le sorprendió intentando irse con una compra sin pagar. El presunto ladrón, que posteriormente fue puesto a disposición de la Guardia Civil, llegó sobre las ocho y media de la tarde al supermercado «Diskont» de la calle Sant Jaume de Santa Eulària. Entró en el establecimiento con el niño en brazos.
Los problemas comenzaron cuando un empleado le dio el alto en la misma zona de cajas cuando era evidente que Moisés D.G., un joven que sufre distintas toxicomanías y que cuenta con amplios antecedentes especialmente en delitos contra la propiedad, pretendía supuestamente marcharse sin abonar el contenido de una bolsa que había llenado con bebidas y alimentos, según la información recogida por este periódico. Al verse atrapado, después de que se cerrara la puerta tras de sí, no dudó en sacar un cuchillo de carnicería cuya existencia nadie había detectado. Para ello se vio obligado a dejar al niño en una mostrador frente a una cajera, quien se tuvo que ocupar del pequeño mientras todo duró. Sin apenas mediar tiempo, comenzaron los gritos y las amenazas de muerte, con alusiones expresas a «que iba a acabar con todos».
Un agente de la Policía Local activó la alarma en el retén al coincidir estos hechos con su cercana presencia y ser informado de lo que estaba ocurriendo. Una vez que se presentó en el supermercado consideró oportuno pedir refuerzos ante el desarrollo, cada vez más violento, de los acontecimientos. Los policías intentaron primero que su presencia sirviera para que el ladrón, de sobra conocido anteriormente en Santa Eulària por otra serie de hechos delictivos en los que se vio implicado, se entregara sin que mediaran más palabras. Por contra, la excitación creció y fue necesario que al menos uno de los agentes se enfrentara directamente con su persona para que decidiera concluir sus amenazas. Los policías recogieron el cuchillo que portaba y posteriormente le redujeron para evitar un cambio de actitud. Luego, le entregaron a la Benemérita.