El director del Instituto Nacional de Toxicología, José Cabrera, cree que el fallecimiento de los jóvenes de Málaga tras asistir a una macrofiesta pudo deberse a haber ingerido pastillas de éxtasis en «una dosis tóxica mayor de la habitual, porque las pastillas que se venden en el mercado europeo son cada vez más puras», o bien porque las pastillas consumidas estuvieran «cortadas con alguna otra sustancia estimulante». La familia de Joaquín Barragán, uno de los fallecidos, denunció la falta de vigilancia en el local mientras que el Delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas instó a los padres a tener más disciplina con los hijos.
En opinión de Cabrera, la cuestión a debatir en este caso es «por qué en una fiesta supuestamente legal, subvencionada, y en un local legal, con patrocinadores detrás, empiezan a aparecer montones de pastillas». A partir de ahí, hay que «dirimir responsabilidades para saber qué edades tenían los jóvenes, o qué tipo de fiesta era». «Este tipo de accidentes se pueden producir en fiestas clandestinas, pero en fiestas organizadas de este tipo, no se entiende», señaló. Precisamente sobre este punto está incidiendo la familia de uno de los fallecidos, Joaquín Barragán.
Antonio Barragán, padre del joven, denunció que cuando su hijo sufrió el desmayo no había nadie para atenderle. Además lamentó que se permitiera el acceso de hasta 13.000 personas cuando tenía que haber 8.000. «No había guardias de seguridad, no han cacheado a las personas, han entrado con todas las drogas y con todo lo que han querido», dijo.
Además, Barragán denunció que sólo había cuatro camillas y que nadie sabe si el chico compró la droga o si se la ofrecieron. La familia Barragán anunció que se pondrá en contacto con los padres de Iván García, el otro fallecido, para estudiar la posibilidad de iniciar acciones legales. El subdelegado del Gobierno de Málaga, Carlos Rubio confirmó que al menos una veintena de jóvenes fueron atendidos, aunque insistió en que «hubo muchos más afectados por el consumo de drogas».