Sorprende tal vez la ausencia de grandes incendios en las Pitiüses a esta altura de la temporada, un resultado, sin embargo, que debe considerarse como muy positivo. Y más teniendo en cuenta que el pasado año, a estas alturas de la temporada, ya habían ardido más de 100 hectáreas de masa forestal. El terreno calcinado en 2001 se elevó hasta dichas cifras debido, principalmente, al gran incendio declarado en los montes de Sant Vicent de sa Cala y que consumió cien hectáreas de masa forestal, manteniendo en jaque a los servicios de extinción durante varios días.
De hecho, las sospechas apuntaron casi desde un principio a que dicho incendio fue provocado, llegando la Guardia Civil a detener a una persona que finalmente fue puesta en libertad. Tan sólo horas después de que el incendio de sa Cala fuera controlado, afectando gravemente sa Talaia de Sant Vicent y el Puig de ses Penyes, la alarma saltó de nuevo, aunque en esta ocasión a bastantes kilómetros de allí, concretamente en Sant Llorenç.
De nuevo, los indicios señalaban a que aquel nuevo siniestro había sido igualmente provocado, ya que pudieron ser localizados varios focos. Medios aéreos y terrestres regresaron a la árdua tarea de aplacar las llamas, mientras otros retenes intentaban evitar que el fuego en sa Cala volviera a cobrar fuerza, lo que finalmente no sucedió. En Sant Llorenç ardieron cinco hectáreas más. La superficie quemada en estos dos incendios supuso el total de la superficie quemada en las Pitiüses durante todo el año 2000, por lo que las estadísticas de este año no pueden ser más optimistas hasta el momento.
Los equipos de extinción de Eivissa tan sólo han tenido que enfrentarse este año a un incendio de considerables dimensiones. Fue en Santa Gertrudis en la madrugada del pasado día 23 de junio y el fuego pudo ser detenido cuando llevaba consumida media hectárea de terreno forestal. Las lluvias caídas sobre las islas han disminuido en parte el riesgo de incendio en las Pitiüses, aunque el calor reinante en las últimas fechas, acompañado por el viento que parece marcar el verano, ha vuelto a encender la alarma, al agravar las posibilidades de que un descuido pudiera provocar algún nuevo desastre ecológico en Eivissa o Formentera.