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El conductor del accidente de Ignasi Wallis se enfrenta a una sanción administrativa

Se descarta el ingreso en prisión de Antoni T.R., que ayer prestó declaración ante el juez

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El joven conductor que el pasado miércoles causó un espectacular accidente en la calle Ignasi Wallis de Eivissa en el que quedaron destrozados dos turismos y un establecimiento comercial y otros cinco coches sufrieron numerosos desperfectos prestó ayer declaración ante el juez del Juzgado de Instrucción número 1 de Eivissa. Fuentes judiciales confirmaron tras la declaración que este conductor, Antonio T.R., ibicenco nacido en 1973, se enfrentará a una sanción administrativa. Al parecer, en principio, se descarta la posibilidad de que le sean aplicadas penas de privación de libertad, ya que aunque el joven dio positivo en las dos pruebas de alcoholemia que le practicó la Policía Local de Eivissa tras el accidente, estos resultados no sobrepasaron excesivamente el límite permitido. No obstante, el magistrado podría valorar un posible desprecio a las leyes de tráfico en la conducción de Antonio T. R., que, además, ya fue castigado en 1994 con una suspensión de tres meses de su permiso de conducir. Esta circunstancia podría agravar la sanción administrativa que, a todas luces, castigará al conductor. Se prevé que la vista se celebre en los próximos días en los juzgados pitiusos mediante la modalidad de juicio rápido. Pero lo que aún está por determinar es el montante económico que suman los impresionantes desperfectos que causó Antonio T.R. con el Rover de su hermana, un coche que, además, tenía el seguro obligatorio caducado. Esta circunstancia sumada al hecho de qué Antonio T. R., que también tiene caducado el permiso de conducción, y diera positivo en las pruebas de alcoholemia, hace pensar que deberá ser él quien pague los daños, que se prevén millonarios. El joven, sin que interviniera ningún otro vehículo, se estrelló contra un primer coche estacionado y mientras daba vueltas de campana en el aire golpeó otros seis hasta que se empotró en un escaparate. Voló casi 50 metros.

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