Vanesa y Silvia llegaron hace tres años a Eivissa después de que un cliente contactara con la agencia de compañía para la que ambas trabajaban. Durante cuatro días estuvieron en un hotel de la isla viendo a todo lujo. En dos días su factura se elevó a casi 1.800 euros. Las dos mujeres terminaron siendo procesadas por una supuesta estafa después de que el cliente las dejara en la estacada. La única de las dos sospechosas que ha podido ser localizada ha terminado tres años después en un juzgado de lo Penal de Eivissa, lugar donde finalmente se ha decretado su absolución. El juicio se celebró la semana pasada.
Las dos mujeres que se han visto en esta tesitura volaron de Madrid a Eivissa para pasar un fin de semana largo del 14 al 17 de julio de 2001. Los dos primeros días sí estuvieron con su cliente. Los otros dos días las pasaron solas después de que éste -siempre según su testimonio- les dijera que podían estar dos días más en el hotel y que todo corría de su cuenta. «De repente no se supo nada de él. No contestaba a las llamadas que le hicimos al teléfono móvil», explicó en su juicio la acusada.
La estancia en la habitación 209 del hotel, ubicado dentro del municipio de Eivissa, concluyó después de que la dirección del hotel pidiera que se aclarara el modo de pago. Las dos chicas remitieron a la gerencia a su cliente. «Éste dio a entender implícitamente que costeaba los servicios del hotel. Nosotros sólo teníamos un móvil. Luego nadie quería saber nada de la cuenta, así que denunciamos que nadie se hacía cargo del dinero que restaba», comentó un representante del establecimiento afectado. Las dos mujeres terminaron siendo denunciadas tras un acuerdo de pago que ellas, al parecer, aceptaron y que no se cumplió por falta de solvencia de ambas. «Entonces no tenía dinero. Un año después hice la trasferencia y saldé de mi propio bolsillo la deuda», señaló la única de las acusadas que ha podido ser juzgada por estos hechos. La jueza, al concluir la vista, celebrada en el juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa y con la petición de absolución del fiscal a título particular, valoró que no había habido intención de engañar al hotel y que cualquier malentendido había sido sufragado, con el beneplácito de la dirección del hotel. El paradero del hombre que contrató los servicios de ambas mujeres sigue siendo una incógnita.