Una vecina de ses Figueretes de nacionalidad rumana, embarazada desde hace pocas semanas, se juega la expulsión del territorio nacional y a no poder volver a España en diez años después de que supuestamente clavara un destornillador a su pareja tras una última discusión doméstica.
Los juzgado de Evissa vieron ayer, además, otros tres casos de malos tratos: el de un hombre acusado de amenazar a su novia con quemarle la vivienda, el de un residente de Santa Eulària acusado de romper el tobillo a su compañera tras empujarla y el de un sudamericano sin papeles que reconoció haber abofeteado en plena calle a la que fuera su compañera. Este último, por contra de lo que ocurrió con la inmigrante rumana, aceptó cumplir una pena de ocho meses de cárcel que se cambiará por la expulsión del territorio nacional español durante diez años.
N.V., la inmigrante rumana ilegal denunciada hace trece días por su pareja tras recibir una puntada en el abdomen, se encuentra en una situación similar al anterior. Su caso es aún más dramático porque ella misma confesó ayer ante la responsable del juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa que estaba haciendo todo lo posible para poder quedarse en España y que, por ese precio, necesitaba mantener su relación de pareja. Su novio dijo durante la causa que terminó denunciándola «harto de continuos episodios de celos» y para evitar que «pasara algo» después de múltiples intentos suyos por acabar con la relación sin resultado.«No tengo familia ni a nadie. Ni aquí ni en Rumanía y allí ahora la situación es muy mala. Sólo quiero seguir con él y formar un hogar aquí», dijo la joven juzgada por malos tratos y para quien legalmente el fiscal pide una condena de nueve meses de prisión y la imposibilidad de acercarse a la víctima durante dos años.
La mujer presentó durante la causa un informe que atestigua que se encuentra embarazada desde muy poco. Este hecho, indistintamente del resultado la sentencia, podría derivar en posteriores actuaciones judiciales o administrativas que se llevaran a cabo desde la defensa para impedir que se ejecutara la expulsión, según la información recogida por este periódico. La acusada señaló que el destornillador lo usó «sin querer» para defenderse de una sucesión de golpes. El denunciante, por contra, afirma que nunca ejerció violencia contra ella y que ésta se le echó encima después de que, un días después de que acabaran en Comisaría por otra pelea, él le comunicara de nuevo a la chica su intención de poner fin a la relación.