La responsable del juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, la magistrada Martina Rodríguez, ha considerado como probados seis capítulos de maltrato entre una pareja de ecuatorianos en la que el acusado supuestamente pretendía mantener esta relación a escondidas de su esposa, residente esta última en Madrid. Según la sentencia, por la que se condena a un año de prisión al sospechoso, el acusado llegó en una ocasión a embestir con su moto a la afectada cuando a finales del pasado año ésta circulaba por la Avenida Isidoro Macabich. Se da la circunstancia que otro juzgado de la isla investiga otro violento suceso relacionado con las desavenencias surgidas entre las dos familias por esta relación en la que unos desconocidos irrumpieron en un domicilio de la familia del acusado e hirieron a la madre de ésta y a otra persona usando unas «pistolas» de descarga eléctrica.
La jueza considera cierto que los dos protagonistas de esta historia tuvieron una relación de dos años que concluyó en diciembre de 2002, fecha en la que el sospechoso fue a Madrid para reunirse con la mujer y el hijo que, al parecer, tenía en esta ciudad. Fue a principios de 2003 cuando el acusado, a escondidas de su esposa, regresó a la isla dispuesto a reiniciar de nuevo su relación con la denunciante. Los problemas se precipitaron cuando ésta no aceptó.
En un primer capítulo, el acusado propinó supuestamente un bofetón a la víctima cuando éstaba embarazada del sospechoso. En el verano de 2004, el acusado visitó a su ex pareja en su puesto de trabajo en un burger de Platja den Bossa. La mujer tuvo que esconderse en la cocina al tiempo que una compañera suya era amenazada de muerte por él. Un capítulo similar se produjo el año pasado en otro burger de la ciudad, episodio que concluyó con una agresión de su ex novio a la moto que ella tenía aparcada en el exterior del establecimiento. A final del año pasado tuvo lugar el episodio de la moto embestida, suceso que ocasionó una caída a la denunciante. Durante esos mismos días, la afectada sufrió una nueva vejación después de que se encontrara con su pareja en la discoteca «Azúcar». Allí tuvo que soportar que la llamara «puta y zorra» y que le tocara las nalgas.
El último capítulo ocurrió el 31 de marzo. La jueza Martina Rodríguez considera como probado que el acusado, que iba con su madre, se topó con la mujer y su nuevo novio. A éste le espetó: «Andas con una puta y una zorra».