El londinense Kieran Formby, de unos 20 años de edad, falleció, víctima de cuatro pastillas de éxtasis, sobre las cuatro horas de la pasada madrugada en el piso de Sant Antoni que tienen alquilados unos amigos suyos también británicos. La de Formby es la séptima muerte por drogas relacionadas con el ocio nocturno de la temporada turística 2008 en Eivissa. Otras dos personas más han muerto también este año víctimas de la heroína. Nueve muertos en total, aunque fuentes sanitarias dijeron ayer que podrían ser más, hasta doce, ya que el servicio del 061 no informa a la opinión pública de las muertes por drogas. Ayer, una vez más, el 061 dijo que durante la pasada madrugada no se había producido ninguna incidencia destacada que deba conocer la prensa, pese a que una ambulancia de este servicio acudió al piso en el que murió el joven y su personal nada pudo hacer ya por salvarle, informaron fuentes policiales.
Según explicaron los amigos de Formby a la Policía Local de Sant Antoni, éste tan sólo había tomado cuatro pastillas de éxtasis, aunque no se ha precisado de qué tipo eran. En la calle se venden numerosas variedades. También es posible, señalaron desde la Policía Local de Sant Antoni, que el joven hubiera tomado un medicamento que podría hacer interactuado con el éxtasis.
Formby estaba alojado en los apartamentos Jet de Platja den Bossa, en el municipio de Sant Josep. Sobre las dos de la madrugada ya había tomado las pastillas y se fue a Sant Antoni a visitar a sus amigos, que trabajan en esta localidad y tienen un piso alquilado, explicó el concejal de Gobernació del municipio, José Ramon Serra, Pilot, que una vez más, la tercera este verano, tuvo que lamentar una muerte por drogas en Sant Antoni.
Dijo a los amigos que se sentía mal, por lo que estos le dejaron las llaves del piso para que se fuera a descansar. Después, pasarían a recogerle para disfrutar del resto de la noche. Sobre las cuatro de la madrugada falleció.
Tercer británico
Ésta es la tercera muerte de un joven turista británico por drogas este año en la isla. De los siete fallecidos por drogas relacionadas con el ocio nocturno este año tan sólo uno es español, un canario que se negó a ser atendido por los servicios sanitarios de la discoteca Space, una negativa que incluso firmó, y que murió horas después en la calle.
El penúltimo fallecido fue el británico Michael Robertson, también británico, que estaba alojado en el hotel Ibiza Rocks y, tras salvar varias paradas cardiorrespiratorias, murió en Can Misses.
Las muertes por drogas del verano comenzaron que el fallecimiento tras una larga noche de juerga de un sudafricano. El cadáver fue encontrado en su barco, amarrado en Ibiza Nuevo. El goteo de muertos continuó con un polaco, un italiano, el español y los tres británicos.