EFE-FRANCIA
El pueblo de Millau, en el sur de Francia, se encuentra conmocionado por la noticia del secuestro de Dylan, un niño de siete años que fue confinado en un pequeño habitáculo y maltratado por sus padres por su carácter «difícil».
La policía, que detuvo el pasado jueves a los progenitores del menor, intenta esclarecer si es cierto que Dylan vivía recluido en condiciones inhumanas en un escondite en la casa de sus padres, rodeado por un fuerte olor a orina en una habitación de muros desconchados, con un simple somier de metal sobre el que reposaba un colchón y un peluche, su único juguete.
Era «más bien una celda de prisión», explicó el procurador de la República, Patrick Desjardins, en referencia a la habitación del menor, en la que no penetraba la luz del sol.
El extraño comportamiento de Dylan puso en alerta a los servicios sociales en agosto del pasado año, cuando visitaron el domicilio del niño para saber por qué su hermano Mathias no llevaba al día su calendario de vacunación.
Los padres de los niños no respondieron a diferentes convocatorias, lo que derivó en la intervención de la Protección Judicial de la Juventud, que descubrió que el pequeño había recibido golpes de manera reiterada.