REUTERS- L´AQUILA
Un poderoso seismo sacudió el lunes por la madrugada una gran porción del centro de Italia, dejó más de 90 muertos y destruyó localidades enteras. Al menos 50.000 personas han quedado sin hogar. Las víctimas fatales se contabilizaban principalmente en L'Aquila, capital de la montañosa región de Los Abruzos, a unos 100 kilómetros al este de Roma, y en las localidades aledañas.
«Algunas localidades del área han sido virtualmente destruidas por completo», dijo un sombrío Gianfranco Fini, presidente de la Cámara Baja del Parlamento, antes de que los diputados realizaran un minuto de silencio.
La agencia de noticias italiana Ansa, citando a socorristas, dijo que los muertos alcanzaban los 92 casi 12 horas después de ocurrido el sismo. Funcionarios del Ministerio de Protección Civil dijeron que hasta 50.000 personas podrían haber perdido sus hogares en 26 ciudades y localidades. Más de 1.500 personas resultaron heridas y miles de casas, iglesias y edificios colapsaron o quedaron dañados.
«Me desperté escuchando lo que sonó como una bomba», dijo Angela Palumbo, de 87 años, mientras caminaba por una de las calles de L'Aquila. «Pudimos escapar con las cosas cayéndose alrededor nuestro. Todo se sacudía, los muebles se caían. No recuerdo haber visto algo semejante en toda mi vida», dijo la anciana.
Daños
Pilas de escombros estaban esparcidos por L'Aquila -que tiene una población de 68.000 habitantes- y en los pueblos cercanos, bloqueando caminos y dificultando la tarea de los equipos de rescate.
En la pequeña localidad de Onna se registraron 10 muertos, dijo un fotógrafo de Reuters que vio a una madre y a su pequeña hija siendo trasladadas en el mismo ataúd.
Berlusconi canceló un viaje a Moscú y explicó que había declarado el estado de emergencia nacional, que liberaría fondos para asistencia y reconstrucción. El papa Benedicto XVI dijo que estaba ofreciendo una plegaria especial para las víctimas. Las casas más antiguas y las construcciones hechas de piedra, particularmente en las localidades periféricas que no han sido restauradas, colapsaron con facilidad.
Los hospitales solicitaron la ayuda de doctores y enfermeras de Italia. El olor del gas llenaba algunas partes de las localidades montañosas debido a la ruptura de las cañerías. Berlusconi dijo a periodistas en L'Aquila que se iban a instalar campamentos en la ciudad y hospitales en estadios y que los hoteles de la costa del Adriático iban a ser utilizados para dar refugio a las personas que quedaron sin techo.