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Veinte años de prisión para los autores de una oleada de atracos en supermercados

'Torrente' y su compañero Walter realizaron tres asaltos a mano armada de tres establecimientos de la misma cadena durante el mes de abril

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Los dos atracadores confesos que fueron detenidos en abril cuando la Guardia Civil logró abortar una oleada de robos a mano armada que se estaba produciendo durante esas fechas en supermercados de la cadena Aprop en el término municipal de Santa Eulària han sido condenados a penas que entre ambos superan los 20 años de cárcel. La titular del juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, Martina Rodríguez, impone diez años y nueve meses al granadino Francisco José F.H., alias Torrente, y nueve años y nueve meses, al venezolano, Walter M.F., quien en su día fuera soldado de elite en el Ejército.

Ambos acusados, uno de ellos vecino del camping de Cala Nova y el otro residente en otro de la carretera de Sant Josep, fueron juzgados después que consideraran muy elevada la pena de 13 años de cárcel que pedía para ellos el ministerio público. Los dos implicados reconocieron los tres robos que se les imputaban y haber robado en dos ocasiones placas de matrículas para no ser identificados en sus desplazamientos, hechos por los que se les condena. Ambos se turnaban en la comisión de los asaltos, en la que se empleaba una pistola metálica detonadora. Así, hacía alternativamente el papel de encapuchado y el otro el de cómplice que cubría la huida con el vehículo en marcha.

Tres golpes

El primer robo, con un botín de 2.859 euros, tuvo lugar el 8 de abril en un establecimiento de es Canar. Nueve días después, también a la hora del cierre, se produjo el segundo atraco en Santa Gertrudis. El ladrón, sin embargo, no asaltó el 'súper' sino una panadería contigua que compartía una puerta de acceso. El asaltante sólo pudo apoderarse de 30 euros. El tercer atraco ocurrió en Puig den Valls el día 21. Un agente lo impidió al irrumpir en el Aprop cuando el encapuchado actuaba.

Los ladrones llegaron a encañonar a sus víctimas, indistintamente a clientes como empleadas. Algunas de ellas tuvieron que soportar que les pusieran la pistola en la cabeza. La sentencia recoge el caso de una de las afectadas, que, ahora, ante cualquier sobresalto vive estados de pánico: «Esta víctima sufre estrés postraumático hallándose en estado de operatividad vegetativa con hipervigilancia a su entorno e incremento de la de la reacción de sobresalto». La paciente precisó asistencia por su estado continuo de pánico.

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