La culpa la tuvieron la cerveza y las copas. Esto es lo que ayer relató un turista irlandés que fue juzgado por la Audiencia Provincial por intentar abusar de un mujer residente en Sant Antoni que yacía en su cama y en la que el acusado presuntamente irrumpió tras entrar por una ventana de su domicilio, hecho por el que se enfrenta a cinco años y medio de cárcel. El acusado, que horas antes había llegado a la Isla procedente de un vuelo que despegó de Dublín, dijo no acordarse de nada y sólo de que se despertó custodiado por la Guardia Civil.
Kenny D.F., un funcionario de prisiones irlandés de 28 años, contó al tribunal que empezó a beber cerveza en el mismo momento que llegó al aeropuerto de Dublín el 4 de septiembre de 2009.
A bordo
La juerga, al parecer, continuó en el aparato que le llevaba a Eivissa para pasar unos días de vacaciones. Y, lejos de interrumpirse al llegar a Sant Antoni, prosiguió en esta localidad con la compañía de dos amigos dando paso de la cerveza a los combinados de whisky.
Estos se retiraron conforme pasaba la noche pero Kenny D.F. decidió que aún tenía fuerzas para alguna copa más. Según el relato fiscal, sobre las ocho y media de la mañana del 5 de septiembre entró en una planta baja de la calle Montse Ribas de Ferrer donde dormía una joven.
La afectada confirmó ayer ante la Audiencia Provincial palabra por palabra su espeluznante relato. El acusado se abalanzó sobre le sofá donde descansaba, se bajó los calzoncillos y los pantalones y mientras le agarraba fuertemente un brazo intentó meter su pene en la boca de la víctima al tiempo que le rompía las bragas. La afectada, tras despertarse sobresaltada, reaccionó con rapidez intentado zafarse del violador. Logró que éste perdiera el equilibrio tras golpearle con las piernas, acción que motivó que el sospechoso cayera al suelo. Sin más recursos, el agresor actuó aún con más violencia. Agarró a la mujer del cuello y la golpeó contra una pared, iniciado a continuación la huida.
Kenny D.F. señaló que recordó la conciencia cuando se encontró en el puesto de la Guardia Civil de Sant Antoni. Pero para él todo lo que ocurrió en su primera noche en Eivissa fue algo más que un mal sueño.