La policía ha puesto fin a las actividades de tráfico de marihuana y hachís que una asociación enclavada en Eivissa cultivaba y favorecía desde un bajo ubicado en sa Capelleta que, según Comisaría, funcionaba como un ‘coffe-shop', los típicos establecimientos holandeses donde en este país se permite fumar este tipo de drogas. La actuación policial, saldada con tres detenidos, ha tenido lugar quince días después de que fuera desmantelado otro colectivo similar en Jesús. En esta ocasión, se ha requisado más de dos kilos de marihuana y hachís, así como medio centenar de plantas y un buen número de esquejes.
Los tres responsables del último colectivo que se ha visto afectado por esta operación, el uruguayo J.M.S., natural de Montevideo y de 23 años, así como los españoles J.C.M.Ll y J.L.V.H., de 28 y 35 años, daban supuestamente ‘cobertura' a 400 socios.
Su lugar de encuentro estaba emplazado en un bajo situado junto al portal del número 11 de la calle Canonge Joan Planells, en su día sede de una conocida ONG.
Agentes del Grupo de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de Eivissa, la misma unidad que acabó con lo que ocurría en el piso de Jesús, descubrieron lo que ocurría en el bajo después de que se investigaran informaciones vecinales que apuntaban a estas sospechas en un lugar, además, especialmente concurrido por jóvenes.
Registro
El juzgado autorizó anteayer tarde la entrada y registro en este establecimiento, momento en el que se confirmaron dichos indicios. Los agentes de Estupefacientes se incautaron de 1.957 gramos de marihuana, 204 de hachís, 47 plantas de cannabis y 238 esquejes. En el bajo también se encontraron 1.278 euros, suma que se supone fue obtenida con el pago de la venta de droga y las cuotas aportadas por los socios. Según las investigaciones que llevó a cabo la policía, cada uno de los miembros del club pagaba una cuota de 10 euros más lo que pagaban en función del hachís o la marihuana que se llevaban.
El bajo había sido preparado no sólo para favorecer los encuentros entre los socios sino que dos de sus habitaciones también habían sido habilitadas para el cultivo, dotándolas de sistemas que permitían el control de la temperatura y la luz, así como la humedad. Todo ello para lograr mejores resultados en el crecimiento y floración de la marihuana.
Bebidas, billares y tenis de mesa para un local clandestino
El bajo registrado por la policía no sólo era un lugar para cultivar la droga lejos de ojos indiscretos. Las investigación apunta a que la asociación fomentaba el consumo de marihuana y hachís facilitando la asistencia de socios y simpatizantes al local de sa Capelleta como si fuera la sede de un club o uno de los conocidos coffee-shop de Holanda. Las personas que allí se reunían no sólo podían fumar o consumir la droga según sus deseos sino que también gozaban de la posibilidad de adquirir bebidas y de disfrutar de juegos de billar y de tenis de mesa. La cuota de 10 euros daba derecho a eso. Este tipo de actividad era ligeramente distinta a la de asociación desmantelada en Jesús, cuya sede social era un piso donde también se cultivaba la droga y donde las reuniones eran más limitadas.