«Esto es una barbaridad que yo soy incapaz de hacer». Son palabras de Francesc Ribas, el vecino de Sant Josep que desde ayer es juzgado en la Audiencia de Palma acusado por la muerte de Karina Rosales en mayo de 2012.
Ribas, policía local de Sant Josep durante 28 años, se enfrenta a una petición de 12 años de prisión por homicidio.
Ayer empezó con su declaración el jucio ante un tribunal del jurado que escuchó su relato. El acusado explicó que tenía a la mujer acogida en su vivienda desde hacía un mes mientras ella buscaba otro lugar donde vivir, que tenían una «amistad especial» y habían mantenido relaciones íntimas.
Apuntó que se gastó unos 3.000 euros durante el mes que la tuvo acogida y que tras probar unos días la convivencia le había pedido a Karina Rosales que buscara otro lugar donde vivir. «No la quería más en mi casa en ese plan que veía y le dije que buscara otro sitio», afirmó.
Ribas aseguró que el día que Karina fue asesinada, un viernes, la acompañó en su furgoneta a hacer varias encargos en Sant Antoni y, posteriormente, la llevó a un bar de Ibiza donde ella había quedado con unos amigos con quienes iba a pasar el fin de semana y se despidieron hasta el domingo.
Cuando el fiscal le preguntó que por qué lavó la furgoneta el día que la mujer desapareció y se esmeró en limpiar los bajos del vehículo, el acusado subrayó que la limpiaba «casi todos los fines de semana» y lo hizo como siempre.
El domingo por la tarde, el hombre acudió a la comisaría de la Policía Nacional para preguntar si sabían algo de la mujer, preocupado por no saber nada de ella y porque había sido víctima de violencia de género. «Me había comprometido a protegerla y llevaba dos días sin saber de ella», explicó.
El fiscal, que pide una condena de 12 años de prisión, cree que el acusado es el responsable de la muerte de Karina, que la llevó a una casa semiderruida en sa Caleta, un lugar apartado a la altura del kilómetro 4,5 de la carretera de Santa Agnès a Sant Antoni (PM-802), la golpeó con dos piedras en la cabeza y posteriormente la degolló y tapó su cuerpo con un tablón.
El ministerio fiscal mantiene además que las explicaciones de Ribas sobre lo ocurrido ese día «no cuadran en absoluto» con la realidad.
El acusador público, que es el mismo fiscal que estaba de guardia el día que se tomó declaración al acusado cuando fue detenido, indicó al jurado que entonces ya tuvo «el convencimiento de que era la persona autora de la muerte» de la mujer y que, a medida que avanzó la investigación, se reafirmó aún más en su convicción de que el acusado mintió al negarlo.
Por su parte, la defensa destacó ante el tribunal que el acusado ha mantenido su inocencia desde un primer momento, que las cámaras de seguridad de diferentes locales demuestran que hizo el recorrido con la furgoneta que él relata y además hay dos camareras que atestiguan que vieron a la mujer en el bar donde el hombre dice que la dejó la tarde que fue asesinada.
«He ido atando cabos y tengo un sospechoso pero no tengo pruebas», señaló en un momento de su relató el acusado. El juicio continuará hoy con las declaraciones de los testigos del caso por la muerte de Karina Rosales.