«La primera vez que entran en tu casa piensas que ha sido mala suerte y que te ha tocado. Da mucha rabia. Por la noche lo pasas mal pero, poco a poco, lo digieres. La segunda vez la rabia pasa a ser impotencia. La familia ya coge miedo y buscan excusas para no ir a la casa. Lo peor de todo es la sensación de sentirte vigilado, saber que estás siendo controlado por los ladrones. Eso desemboca en la indignación. Cuando ya van cuatro robos lo que tengo es hartazgo». Son palabras de un vecino de Santa Eulària que en cuestión de dos meses y medio ha sufrido cuatro robos en su propiedad y una quinta tentativa.
Este vecino puso su empeño y dinero en arreglar una casa familiar donde han residido tres veranos, pero este año la experiencia ha sido especialmente negativa y «ya se nos hace cuesta arriba pasar aunque sea un fin de semana allí», señaló al PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA este vecino, que prefiere mantenerse en el anonimato.
A principios de agosto se produjo el primer asalto. «Esta gente vigila los movimientos de toda la gente de la casa y lo tiene todo muy bien estudiado. Saben a qué hora sales y cuándo vuelves. Se llevaron material informático, relojes y dinero en efectivo. Las noches siguientes no puedes dormir. Se siente mucha rabia y una gran impotencia porque los vimos por las cámaras de seguridad. Llamé a la Guardia Civil y enviaron una patrulla desde ses Païsses. Si hubiesen venido de Santa Eulària los habrían cogido».
Una semana después, volvieron a entrar. «La primera vez forzaron la puerta trasera. La segunda reventaron las rejas e hicieron palanca». Con el segundo robo, según subraya, «la rabia ya se transforma en impotencia e indignación. Vuelven a ponerte la casa patas arriba y nadie te quita la creencia de que estos delincuentes actúan con total impunidad».
Ya en septiembre llegó un tercer asalto, y a mediados de octubre un cuarto. «Los ladrones se llevaron el televisor y el mando. Era un aparato normal pero perdieron el tiempo en buscar el mando, que estaba escondido», explicó esta víctima de la ola de robos que hace hincapié en la necesidad de más agentes o «nos echarán de las zonas rurales por la inseguridad».