La Iglesia ha condenado en un procedimiento eclesial al anterior vicario general de Gipuzkoa, el sacerdote Juan Kruz Mendizabal, por dos casos de abusos sexuales a menores sucedidos en los años 2001 y 2005, según ha confirmado el Obispado de San Sebastián en un comunicado.
Las denuncias por estos casos llegaron al obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en marzo de 2016, cuando Mendizabal, conocido como «Kakux», desempeñaba el cargo de vicario general, del que fue destituido un mes después.
El Obispado sostiene que las denuncias se refieren a «tocamientos deshonestos realizados a dos menores» en los años 2001 y 2005, cuando Mendizabal ejercía de sacerdote en una parroquia donostiarra, y explica que, «tras haber sido probada la veracidad de las acusaciones», el procedimiento «concluyó con una la declaración de culpabilidad del reo y la imposición a este de diversas penas expiatorias» establecidas por el derecho canónico.
El Obispado ha decidido relatar los hechos tras constatar que los afectados por los abusos habían decidido hacer público el caso en un escrito.
En este documento, los afectados explican que los abusos sucedieron cuando Mendizabal ejercía como sacerdote de la parroquia donostiarra de San Vicente de la Parte Vieja de San Sebastián y era responsable del grupo juvenil de tiempo libre Xirimiri Gazte Taldea.
Los representantes de las víctimas precisan en su nota que las autoridades eclesiásticas les recomendaron «desde el principio» acudir a la justicia ordinaria para denunciar al sacerdote, aunque también les explicaron que existía la posibilidad de seguir un procedimiento «en el marco eclesial», a lo que los afectados accedieron «por voluntad propia» al pensar que «era un caso aislado y por llevar las cosas con el mayor sigilo posible».
La Prelatura ha explicado que tras conocer las denuncias siguió «ritualmente el protocolo canónico establecido para tratar estos casos» y «creó todas las condiciones jurídicas materiales y procesales para que, con imparcialidad y equidad, se pudiera comprobar la veracidad de los hechos», en colaboración con la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe.
La diócesis indica en su comunicado que «se informó a los dos denunciantes de su legítimo derecho de entablar en todo momento las oportunas acciones civiles» correspondientes.
Según ha manifestado el Obispado, Mendizabal ha expresado «su profundo arrepentimiento por los hechos cometidos», ha acogido «con espíritu sacerdotal» la pena impuesta y en este momento «sigue un proceso terapéutico psicológico y espiritual, colaborando en la reparación de lo ocurrido».
«La comunidad diocesana, desde el dolor y la vergüenza por unos hechos que han lesionado la santidad del sacerdocio y han herido profundamente la comunión, pide a todos perdón, expresa su compromiso para que en la medida de lo posible estos actos no se repitan y, sobre todo, expresa su solidaridad con todos aquellos que están sufriendo por los hechos que han motivado el mencionado proceso penal: principalmente con las víctimas, pero también con Juan Cruz Mendizabal», sostiene el Obispado.
La Iglesia donostiarra, «en la persona de su Pastor», manifiesta «su compromiso con la tutela del bien público general y de la Iglesia en particular», una responsabilidad que «se concreta en la vigilancia y la protección de los derechos de todos sus fieles, pero de un modo especial en la salvaguarda jurídica y pastoral de los menores de edad y de los adultos vulnerables».
Por su parte, los afectados indican en su comunicado que, tras presentar las denuncias, se sintieron «correctamente acogidos y atendidos por el obispo y por la Iglesia».
Sin embargo, ha «llegado a sus oídos» otro «posible caso» de abuso sexual por parte de este sacerdote, por lo que «ha llegado el momento de manifestar la verdad de los hechos», entre otros motivos «para animar a las posibles víctimas que pudieran permanecer ocultas a que salgan a la luz». «A nosotros nos ha ayudado mucho haber dado el paso de denunciar los hechos ocurridos y pensamos que también ayudará a otros».
Juan Kruz Mendizabal (Ormaiztegi, 1964), un sacerdote muy conocido en la diócesis guipuzcoana, fue uno de los 131 religiosos que firmó en diciembre de 2009 una carta de protesta por la designación como obispo de San Sebastián de Jose Ignacio Munilla, quien tomó posesión en enero de 2010.
Sin embargo, Munilla lo nombró vicario de Pastoral en abril de 2010, mientras que en 2013 lo ascendió a vicario general de la diócesis, el segundo en la jerarquía eclesial de Gipuzkoa.