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Luis Ferrer: «Soy a muerte de los Rolling Stones, el Barça y los superhéroes de la editorial Marvel»

Como en casa con sus libros. Lluis Ferrer posó en un entorno natural inigualable, el embarcadero de Cala Mastella donde está la caseta varadero de su padre con dos de sus obras, la trilogía de El hondero y su reciente Días oscuros. Foto: DANIEL ESPINOSA

| Eivissa |

Hasta el momento nunca habíamos hecho una entrevista de Sardinas Negras en un entorno tan privilegiado como el que nos propuso nuestro aspirante de esta semana. El escritor y experto en cómics, Lluis Ferrer Ferrer nos cita en Cala Mastella porque, entre otras cosas, aquí está la caseta varadero de su padre, ahora alquilada, y aquí se desarrolla una parte fundamental de la trama de su trilogía El hondero.

Allí, viendo el mar, paseando por el pequeño embarcadero donde se mece tranquilo un pequeño llaüt y disfrutando de una mañana fría pero soleada, el autor de la exitosa novela Días oscuros nos espera pacientemente, puesto que tanto Daniel Espinosa como un servidor nos hemos perdido. Viste en tonos marrones, con jersey, pantalones y botas a juego, con gorra para protegerse del frío y gafas de sol con cristales fotocromáticos para hacer lo propio del sol. Lleva consigo dos ejemplares de sus dos obras más conocidas, con las que se fotografía y que nos dedica muy amablemente, y tras posar para nuestro fotógrafo como si fuera un modelo, este hombre que nació en 1971 en la Venda de Cala Mastella, en Can Vilda, repasa con gran sentido del humor buena parte de su vida, tanto en el ámbito personal como profesional. Adicto al coleccionismo de todo lo relacionado con el mundo de los cómics, especialista en tebeos y «demás vicios insalubles», fan de Marvel «aunque ahora menos», seguidor del Barça y de los Rolling Stones, friki sin complejos, y protagonista junto a Alex Berlanga, Dirk Gaston e Ismael del Valle del programa de radio Supecultura Freak Chow que tiene cientos de descargas a través del sistema de internet Podcast, Lluis Ferrer Ferrer es de esas personas de verbo ágil, fácil e inteligente que consigue hacer una broma de casi todo. Un digno aspirante a Sardina Negra, la tercera de este mes de febrero de 2016.

—Lluis Ferrer... ¿Cuántas veces le han confundido con el diseñador de moda Adlib?

—(risas). Pues unas cuantas. Sobre todo algunos medios de comunicación que piensan que yo diseño ropa y que él escribe novelas. Además, hay otro escritor que se llama igual, aunque su segundo apellido creo que es Guasch... pero bueno, es lo normal cuando vives en Eivissa y eres de los de más de ocho apellidos ibicencos.

—Hablando de ibicencos... usted es de los de sangre pura como dirían en Harry Potter...

—(risas). Puede ser porque yo creo que cuando se creó la isla mis ancestros ya estaban aquí.

—Y además, luce su origen de Cala Mastella allá donde va...

—Por supuesto. Yo  no nací ni en Vilás, ni en Can Misses ni en la clínica Alcántara, lo hice en casa de mis padres, en Can Vilda, en Cala Mastella. Además, aquí está el varadero de mi padre y muy cerquita tengo mi casa. ¿Por qué voy a renunciar a todo ello si además es un lugar idílico?

—Entonces me imagino que todo esto le traerá grandes recuerdos.

—Claro que sí. Siempre que paso por aquí recuerdo los días en los que salíamos a navegar con la chalana que tenía mi padre y guardaba en este varadero.

—¿Cómo era Lluis Ferrer Ferrer de pequeño?

—Pues más bajito y con más  pelo, aunque casi con la misma barba. Era un niño revoltoso, como lo sigo siendo hoy, al que en poco tiempo se le cayó el pelo de la cabeza para ir a la cara.

—¿Y ya tenía el sentido del humor que siempre le ha caracterizado?

—(risas). Bueno, con lo del sentido del humor acabas de echar por tierra la supuesta reputación de escritor serio que tenía. Pero bueno, creo que es una forma de entender la vida. No hay otra que tomarse la vida con filosofía porque no nos queda otra.

—Hablando de su faceta como escritor. ¿Cómo le dió por hacer la trilogía de El hondero?

—Pues un poco por casualidad. Desde hace mucho tiempo tenía en mente escribir sobre Aníbal, las guerras púnicas, Eivissa... pero no me animé a dar el paso hasta que fundamos en compañía de unos amigos el Club de Lectura de Santa Eulária, el más antiguo de la isla, y que aún sigue muy activo.

—Es una trilogía de aventuras en toda regla y con un lenguaje sencillo y fácil de leer. ¿No le ha picado el gusanillo de transformarlo en película?

—(risas). Hombre sería increíble. De hecho ya se dió un paso intermedio cuando Miki Molina adaptó al teatro la  primera parte de la trilogía. Las dos siguientes partes son más complicadas porque abarcan más escenarios y más ejércitos. Pero bueno, la idea de hacer algo cinematográfico está ahí. Incluso, con algunos amigos míos directores se ha hablado la idea de hacer un teaser o tráiler promocional para luego ofrecérselas a productoras a ver si hay suerte.

—Y de las guerras púnicas pasó a la Segunda Guerra Mundial con Días Oscuros. ¿Vaya cambio, no?

—La verdad que sí. Pero no pude evitarlo porque la historia que cuento en mi libro es un caramelo que ningún aspirante a escritor con dos dedos de frente podía dejar escapar. Es una historia fascinante, real, y que sucede en nuestra isla. No se puede pedir más.

—Y todo gracias a su hijo...

—Sí porque él fue el que me puso sobre la pista cuando me contó que una compañera suya de clase tenía un abuelo que había ayudado a unos pilotos de avión que habían sido derribados y que además tenía una carta, una esvástica nazi y una navaja semiautomática... Ya sabes, las musas, que son muy puñeteras y nunca sabes por donde van a aparecer.

—Se tuvo que documentar muchísimo. ¿Es de los autores que disfrutan más con este proceso que luego escribiendo?

—Aunque parezca prepotente lo que voy a decir, a mi escribir es lo que me resulta más sencillo. Lo más laborioso es el proceso de documentación, aunque también es lo más agradecido porque en el caso de Días oscuros, tuve la enorme fortuna de encontrarme con supervivientes de aquella historia que nos contaron al detalle todo lo que sucedió porque tienen la mente más clara que cualquiera de nosotros.

—Cambiando de tema. Me han dicho que es usted uno de los mayores expertos en cómics que hay...

—(risas) ¿Quién le ha dicho eso? Ni hablar, hay muchos que saben más que yo.

—Pero no me negará que sabe usted mucho de este tema...

—Bueno porque he leído bastantes. Eso sí, como soy muy olvidadizo tengo que ir cogiendo muchísimas notas de todos e, incluso, releerme algunos para poder hacer los artículos que han ido saliendo todos estos años.

—¿Y no se aburre volviéndolos a leer?

—La verdad que no porque normalmente son cómics pequeños, de unas veinte páginas. Eso sí, cuando tengo que escribir sobre, por ejemplo, El Lobo solitario y su cachorro de Kazuo Koike y Goseki Kojima que son 20 volúmenes, pues la cosa no le voy a negar que se complica (risas).

—De eso habla en la radio y en la televisión con el programa Supecultura Freak Show que hace junto a Alex Berlanga, Isma del Valle y Dirk Gastón... ¿Son conscientes de que arrasan en internet?

—(risas). Tremendo. No tiene explicación lógica.

—¿Pero algo tendrá no?

—Algo habrá. Bueno, si hablamos en serio creo que su éxito reside en que está dirigido a un público muy específico y que se hace a través de podcoast, con lo que no tenemos las limitaciones propias de una radio convencional donde hay que medir más la audiencia o la publicidad.

—¿Cómo le dio por el mundo de los cómics? Yo, por ejemplo, tenía un tío que era librero y me los regalaba, ¿pero usted?

—Fue gracias a mi padre. Fue un día que estaba malo en casa, cuando tenía cuatro o cinco años y apareció con tres tebeos, de los cuales, aún conservo dos. Eran una adaptación de la Abeja Maya, el número 37 de Don Miki y otro sobre la Gallinita de los huevos de oro. Lo malo es que yo tengo una personalidad enfermizamente coleccionista y desde entonces no pude parar. Quise tener más y más y aquí sigo...

—¿Cuales son sus preferidos?

—Un poco de todo. Ahora se me ha pasado la fiebre de los superhéroes y me he tirado más hacia la novela gráfica europea como From Hell de Alan Moore. No me gustan lo que están haciendo las editoriales norteamericanas. Al estar en manos de multinacionales se han dedicado a reeditar publicaciones antiguas y hay un déficit de historias nuevas.

—Hablando de superhéroes... ¿Marvel o DC?

—Marvel sin ninguna duda. Esto es como ser del Barça o del Real Madrid o de los Rolling Stones o de los Beatles. Pues yo soy de Marvel, culé y de los Stones.

—¿Y algún superhéroe preferido?

—No se... muchos... Bueno menos Cíclope que es un poco soso y simple. Lo que si es cierto es que me gustan este tipo de comics porque gracias a ellos he aprendido valores añadidos como la tolerancia, el compañerismo, el honor y sobre todo que, por lo general, el bien debería de prevalecer por encima del mal.

—Antes dijo que era un gran coleccionista ¿Qué más colecciona?

—(risas). Pues muchísimas cosas relacionadas con los cómics. Sellos, cromos... y es que nadie me puede regalar nada porque si no no paro...

—¿Se considera un friki?

—(risas). Pues claro. Y a mucha honra. Un friki de todo lo que tiene que ver con los cómics.

EL TEST

Un libro

La colina de Watership del escritor inglés Richard Adams

Una película

Lawrence de Arabia

Una serie

Mazinger Z

Un cantante o un grupo

The Doors

Alguien a quien admire

Mis hijos

Un color

La ausencia de color, el negro

Un plato de cocina

Soy omnívoro practicante, así que me gusta todo

Un deporte

El boxeo

Un lugar de la isla donde perderse

Bangkok con mi mujer

Un viaje que nunca olvidará

Tagomago

Un objeto fetiche

No tengo ninguna

Una manía

Terminar lo que empiezo

Un defecto

Muy rencoroso

Una virtud

Muy olvidadizo, así que al final nunca recuerdo a quien le debo guardar rencor

Un sueño por cumplir

Conseguir vivir de lo que escribo

LA PREGUNTA

Dicen de usted que lo mejor de sus novelas es su estilo sencillo y claro…

Intento que mi estilo sea sencillo de seguir, como una película, porque a mi me gusta escribir tal como me gusta leer. Siempre digo que no soy un escritor que lee sino un lector que escribe. En este sentido me encanta Stephen King, que aunque no es el mejor, me atrapa desde el primer momento por su ritmo.

 

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