Después de un parón de un mes obligado por la reciente paternidad de quien suscribe estas líneas, este domingo regresan las Sardinas Negras. Y lo hacen con alguien que quedó pendiente con motivo de la edición de la celebración de la Pasarela Adlib de este año, el diseñador ibicenco Tony Bonet.
Este hombre, que no quiere desvelar el año que nació y que también puede presumir de descender de una amplia nómina de apellidos ibicencos, es de esas personas que ganan y mucho en las distancias cortas. A primera vista parece una persona tímida pero luego, con el transcurso de la entrevista y sobre todo con la sesión de fotografías de Toni Escobar, se va soltando, regalándonos una y mil sonrisas. El tiempo que pasamos con él en el aula de diseño y confección de l'Escola d'Arts i Oficis se acaba convirtiendo en una divertida conversación donde Tony Bonet repasa decenas de temas con cercanía. Gracias a ello, descubrimos que es un fan de la música y la personalidad de Marilyn Manson y Lola Flores, que le encanta el pollo a la naranja y los huevos rellenos de su madre, que tiene tantos anillos que no recuerda cuantos y que concibe la calavera como algo distinto a la gran mayoría de los mortales, el paso del tiempo. Incluso, hay tiempo para que nos de algún consejo para los jóvenes que empiezan en el mundo de la moda.
—Nos ha citado en l'Escola d'Arts i Oficis de Eivissa. Aquí estudió usted. ¿Es uno de sus alumnos más importantes?
—No. Yo no soy nadie especial ni por supuesto uno de los alumnos más famosos que han pasado por esta escuela que tiene tantos años. Simplemente soy alguien que tuvo la suerte de aprender con dos grandes profesoras como Maria Ferrer y Marian Ferrer.
—¿Qué fue lo más importante que aprendió aquí?
—Fundamentalmente que hay que arriesgarse en todos los ámbitos de la vida porque luego es la propia vida la que te hace frenar los pies. Sólo si buscas lo imposible consigues lo más cotidiano.
—Parece que eso se le quedó muy grabado porque si por algo se caracteriza su forma de entender la moda Adlib es por su apuesta por la innovación.
—Pues sí. Siempre he sido de arriesgarme y hacer lo que me gusta. Por ejemplo no tengo ningún problema en combinar el neo punk o el grunge con el romanticismo. Soy un defensor de la nueva vertiente de la moda Adlib que defiende que no hay que encasillarse y hay que buscar cosas nuevas.
—Sea sincero. Cuando empezó, ¿cuanta gente le llamó loco?
—(risas). Algunos, no se lo voy a negar, pero tuve la suerte que desde esta escuela nos dieron mucha libertad para crear y arriesgarnos. Además, desde el principio conté con el apoyo de la diseñadora Bianca, a la que de le debo muchísimo por confiar en mí para una colección de novias cuando yo era un joven al que no conocía nadie. Todavía me acuerdo la cara de los demás diseñadores cuando me presentó en una reunión de Adlib y las críticas que recibió porque se pensaban que yo la iba a abandonar cuando me hiciera un nombre. Luego se demostró que esto no fue así y sólo nos separó su desdichado fallecimiento. Si no hubiera sido por eso posiblemente la marca hubiera sido Bianca by Tony Bonet.
—¿Cómo recuerda su primer desfile?
—Bufff. Bueno de eso fue hace un montón de años pero creo que fue bastante bien. Fue en la sede que tenía l'Escola d'Arts i Oficis en la Avenida de España y aún guardo aquel primer vestido. Era blanco y negro, en plástico, con piezas recicladas, con inspiración en Las Meninas y con un top que era una cruz muy barroca parecida a la flor de lis.
—¿Y ahora qué consejo les daría a los jóvenes de l'Escola d'Arts i Oficis?
—Que arriesguen, que innoven y que aprovechen la gran oportunidad que supone el poder desfilar en la Pasarela Adlib junto a diseñadores que llevan tantos años en este mundo. Piense que cuando nosotros empezamos era todo muy distinto, el desfile lo hacíamos todo los alumnos, incluyendo los de forja y ebanistería, y aunque presentábamos trece modelos teníamos mucha menos repercusión.
—Lleva 18 años desfilando en la Pasarela Adlib y muchos más como diseñador. ¿De dónde saca la inspiración para lograr vestidos nuevos cada año?
—(risas) Es complicado la verdad. Yo tengo la ventaja de que siempre intento innovar, así que es algo más divertido. Pero bueno, aunque siempre intento mantener como base el concepto de Adlib de viste como quieras pero con gusto, siempre me inspiro en, por ejemplo, las tribus urbanas para luego combinarlas con el blanco y la puntilla.
—Me han dicho que usted es de los que siempre tiene que tener un folio a mano. ¿Es verdad?
—(risas) Sí. En este sentido soy un poco maniático. En el 99,9% de mis diseños todo comienza en un papel y un lápiz. Ahí es donde empieza todo aunque no quita que en algunos casos puntuales también comience con algún maniquí. Además, cuando creo una colección todos los prototipos tienen que pasar por mis manos, desde la costura al planchado (risas).
—Usted no para de tener éxitos. ¿Cómo es la salud de la moda Adlib actualmente?
—Bastante buena. A nivel de repercusión y ventas no nos podemos quejar porque está muy reconocida. Eso sí, como siempre digo, no podemos encasillarnos, y aunque hay que ser fieles a nuestros orígenes tenemos que ir innovando.
—¿También sufre los problemas de la piratería?
—(risas). Pienso que sí aunque de momento no lo puedo confirmar. Actualmente hemos descubierto un sitio en Miami que vende ropa con nuestros nombres pero sin nuestro permiso.
—¿Sí? ¿Y cómo se le queda la cara?
—(risas). A cuadros. Imagínese lo que supone ver modelos iguales a los tuyos sin que tú hayas dado permiso. Lo peor es que no sabemos de dónde viene todo eso.
—¿Cómo le fue la Pasarela Adlib de este año?
—Muy bien. Después de 40 años es un referente y eso está muy bien. Eso sí, en esta nueva edición ha habido muchos cambios por la entrada de un nuevo equipo de gobierno y estamos adaptándonos.
—En esta ocasión desfiló sin Elisa Pomar. ¿Cuántas veces se han pensado que eran pareja?
—(risas). Más de las que se piensa. Nosotros bromeamos que somos matrimonio de pasarela porque hasta ahora siempre habíamos desfilado juntos aprovechando que sus joyas y nuestros vestidos se complementan a la perfección. Este año ha sido diferente aunque no del todo porque yo también desfilé con alguna de sus joyas, aunque eso ha pasado algo desapercibido. Pero tranquilos, que no habrá divorcio, entre otras cosas porque somos grandes amigos.
—También ha desfilado por tercer año consecutivo en la Pasarela Costura España. ¿Cómo nos ven en Madrid?
—Bien. Es un gran trampolín para nuestra moda que se consiguió gracias a Vicent Roig. Eso sí, tuvo que convencerme porque yo no quería presentarme.
—¿Y eso?
—Porque soy de los que piensa que nuestra moda tiene un personalidad propia y no se tiene que adaptar a Madrid o París para no perder su esencia. Por ejemplo, creo que nuestras modelos tienen que desfilar sonriendo y felices y tal vez eso es algo que se está perdiendo con nuestra Pasarela Adlib cuando se está queriendo profesionalizar tanto y parecernos a otras grandes pasarelas. Hay que ser consecuentes y desfilar como nos pide Eivissa, con nuestros errores y nuestras ventajas.
—¿Y qué piensa de los que se creen que en Eivissa vestimos siempre de blanco y de lino?
—(risas). Es terrible. Muchos se piensan que vamos disfrazados y así vienen. Bueno, en el fondo me hace gracia ver cómo van vestidos de Flower Power y de hippy todo el día pensando que así se viste en Eivissa. Allá ellos.
—¿Qué es para usted el estilo?
—Sobre todo tener personalidad propia. Hoy en día es muy fácil ir de ‘fashion' por la vida si se tiene dinero porque hasta se puede contratar a alguien que te vista, pero eso no es estilo. El estilo se tiene o no, y no lo hacen las marcas. Y es que hay gente VIP que por más que lo intente jamás tendrá estilo (risas).
—¿Entonces cuales son sus referentes?
—Por ejemplo, Alaska o Amy Winehouse. Ya ves gente con personalidad propia. Tal vez para mí, la mezcla perfecta sería una suma de Marilyn Monroe, Amy Winehouse y Sex Pistols.
—Y ya la última. ¿Cuántos anillos y complementos tiene?
—(risas) Pues la verdad, no los tengo contados. Pero sí, tengo muchos porque la gente me los regala y a mi también me gusta ir comprándolos.
—La mayoría de calaveras...
—Sí porque para mí no significan la muerte sino como en el budismo el cambio.
PEQUEÑA BIOGRAFÍA
Tony Bonet es uno de los diseñadores más conocidos de nuestra isla. Nació el 19 de agosto en Eivissa y lleva 18 años presentando sus modelos en la Pasarela Adlib de forma ininterrumpida, siendo el primero que se atrevió a presentar trajes de novia.
Exalumno de l'Escola d'Arts i Oficis, comenzó su carrera ganando en 2001 el primer Premio Art Jove de Balears y, después, el segundo premio del certamen Jóvenes Diseñadores de España. Empezó a destacar trabajando para Bianca, especializándose en colecciones ‘haute couture' y novias y tras la muerte de la diseñadora y la posterior desaparición de la marca, Tony Bonet creó su propio sello, convirtiéndose en uno de los referentes del mundo Adlib.
Este año ha desfilado por tercera consecutiva en la Pasarela Costura España y ha sido galardonado con un Dedal de Oro junto a Elisa Pomar, Luis Ferrer, Charo Ruiz, Piluca Bayarri, e Ibimoda.
LA PREGUNTA
-¿Es de los que apuesta también por el traje típico ibicenco?
-Por supuesto. Me encanta y siempre intento que forme parte de mis colecciones. De hecho tengo una anécdota fantástica de cuando me apunté a un curso de elaboración de mantón payés. Y es que cuando llegué allí, con mi hermano, nadie se creía que queríamos participar porque les chocaba ver a un joven con piercings y tatuajes entre tanta señora mayor. Afortunadamente, a la semana ya nos empezaban a hablar y a las dos semanas todo se normalizó cuando supieron quiénes eran mis padres y mis abuelos. Y al final el mantón quedó precioso.