José Padilla, nacido en Barcelona en 1955 es uno de los dj's más emblemáticos de la escena ibicenca y mundial. Creador de los sonidos chill out ibicencos que han recorrido y recorren todo el mundo, lleva en la isla desde 1975 y han sido legendarias sus sesiones de sunset desde que pinchaba en el Café del Mar de Sant Antoni. Y aquí está de nuevo poniendo el fondo musical en las ultimas horas del día y primeras de la noche en el Rooftop Nine que Ibiza Rocks ofrece en el Hotel House Meliá de Cala Pinet en Sant Antoni todos los martes de la temporada.
—¿En qué momento de su vida siente la atracción por la música?
—En mi casa siempre ha habido música porque mi familia es de Andalucía y siempre ha habido una radio en casa. Mi abuelo, al que no llegue a conocer, era guitarrista. Yo soy el menor de cinco hermanos y el mayor escuchaba rock y twist cuando yo era un chaval. Me compré mi primer tocadiscos, un todo en uno, con 13 años con el dinero que ganaba.
—¿Cuáles son sus influencias más importantes en la música?
—Mis raíces son mediterráneas; el flamenco siempre me sale. Pero yo empecé con rock y soul, me gustaban mucho los sonidos Motown. Luego fui descubriendo el jazz.
—¿Y sus referencias más importantes en su vida?
—Mi padre tuvo mucho que ver porque era un hombre con mucho respeto por las personas y me enseñó algunos valores. Él murió cuando yo tenía 18 años y aún lo echo de menos.
—¿En qué momento decidió hacerse dj?
—Yo me decidí a que me gustara esto cuando vi el primer dj en acción. Los fines de semana un amigo mío y yo cogíamos un autobús en el paseo de Colom e íbamos a Lloret de Mar y a Calella a gastarnos el dinerillo que ganábamos y a ligar con guiris. Allí venían muchos djs ingleses que traían música en singles que aquí no se conocían. Escuchábamos todo lo nuevo. Esto era en 1969, 1970 y 1971. Me hice amigo de muchos y me pegaba a las cabinas. En esa época pinchaban toda la noche y cuando querían salir a tomar algo o a comer me decían: «Mira José, me voy, pon esto, esto y esto», y así empecé.
—¿Cuántos discos ha publicado?
—Cuatro álbumes, uno el año pasado. Singles, remezclas y recopilaciones no sabría decirte. ¡Ah! y una banda sonora, la de El sueño de Ibiza, una película que se hizo aquí.
—¿Siente que se le ha reconocido como creador
Escuchábamos todo lo nuevo. Esto era en 1969, 1970 y 1971. Me hice amigo de muchos y me pegaba a las cabinas. En esa época pinchaban toda la noche y cuando querían salir a tomar algo o a comer me decían: «Mira José, me voy, pon esto, esto y esto», y así empecé.
—¿Cuántos discos ha publicado?
—Cuatro álbumes, uno el año pasado. Singles, remezclas y recopilaciones no sabría decirte. ¡Ah! y una banda sonora, la de El sueño de Ibiza, una película que se hizo aquí.
—¿Siente que se le ha reconocido como creador de un estilo, el chillo out ibicenco?
—Me he sentido vapuleado y no valorado. Pero ahora me han dado otra oportunidad. Este año en concreto lo estoy notando, pero ha tardado.
—Ha pinchado en todo el mundo, ¿qué sitio le ha impresionado mas?
—Lo que más me ha impresionado es Japón por su pasión, por lo leales que son si les gusta lo que haces y el respeto que tienen. Pero los países que mas van conmigo son Italia, Grecia o Francia.
—El año pasado se retiró por problemas de salud, ¿cómo se encuentra ahora?
—Tengo 61 años. La salud son muchas cosas. Era psicológico, físico, mental, económico... no me apetecía ni levantarme de la cama y dije «hasta aquí he llegado». Pero este año vengo con fuerzas nuevas y a tope.
—¿Proyectos para el verano?
—Rooftop los martes, voy al Liasti de Mikonos los viernes, estaré en el macrofestival Corona Sunset Festival en Rimini, China y Londres.
—¿Qué es lo que más le gusta de la isla?
—Yo estoy enamorado de ella y cabreado con muchas cosas que pasan. Lo que más me gusta es la gente, hablar con mi pagès, con Rafa, de los árboles del tiempo. Y las playas. Esta mañana he estado muy temprano con una amiga de Canadá en Aigües Blanques...todavía hay muchas cosas buenas, gracias a Dios, y que no nos las quiten. Mis sitios secretos son secretos no te los voy a decir.
—¿Un deseo?
—No tengo muchos deseos. Estar sano lo máximo posible y seguir trabajando lo más posible.