Cada 15 de agosto, los vecinos de Santa Eulària preparaban una buena comida, se montaban en sus carros y hacían el camino hacia Cala Llonga para celebrar la fiesta de la Virgen de la Asunción bajo una pinada al lado del mar.
La tradición continúa hoy en día en esta localidad de Santa Eulària y decenas de personas participaron en una fiesta a la que se sumaron los turistas que, a estas alturas del año, abarrotan este punto del municipio y que ayer, con chanclas y toalla en mano, se vieron sorprendidos por los diferentes actos que la Asociación de Vecinos de Cala Llonga con la colaboración del Ayuntamiento de Santa Eulària habían organizado.
La jornada comenzó con una misa en honor a la Virgen de la Asunción en la peculiar capilla que lleva su nombre. Declarada Bien de Interés Cultural (BIC), fue diseñada hace casi medio siglo por el arquitecto Elías Torres, está descubierta y se encuentra ubicada en mitad de un mar de pinos que actúan como sombra, especialmente en el día grande de hoy en pleno mes de agosto.
Con la presencia de la vicepresidenta del Consell d'Eivissa, Marta Díaz, el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, el director insular de Turismo del Consell d'Eivissa, Vicent Torres Benet, o el concejal del PP de Vila Álex Minchiotti, la misa fue oficiada por el párroco de Santa Eulària, Vicent Ribas, quien estuvo acompañado de diferentes capellanes, entre ellos, uno de origen británico que se encontraba estos días de vacaciones en la isla.
Como él, fueron muchos los extranjeros que participaron en la fiesta, especialmente por la tarde en el desfile de una quincena de carros que hicieron un recorrido por el pequeño centro urbano de Cala Llonga. Móvil en mano, la mayoría no dejó de hacer fotografías a los 22 balladors de la Colla Pagesa de l'Horta de Jesús que, a ritmo de tambors, flaütes y castanyoles pasearon en carro por el pueblo antes de hacer su actuación junto a la gran fuente que preside el casco urbano.
Verónica Marí, una de las balladores, explicaba que, para ella, acudir cada 15 de agosto a Cala Llonga es una tradición que practica desde pequeña aunque, como aseguró, «antes los carros daban una vuelta más larga por el pueblo».
Aún así, Marí comentaba lo asombrados que se quedan los turistas al verles, ya que, como recalcó, «no tienen ni idea» de que en Eivissa existan tradiciones como esta. Por este motivo, los componentes de la colla explican normalmente en sus actuaciones la diferentes partes del atuendo de pageses, sobre todo el de las mujeres. Ayer le tocó a Susi mostrar uno a uno las capas que llevan las mujeres en el interior de sus faldas acompañada del público asistente que contó en voz alta con ella hasta doce rifacos o faldellins.
Durante la demostración de ball pagès, el público aplaudió y vitoreó las piruetas de los balladors. Pero, sin duda, los más aplaudidos fueron los benjamines de la colla, Lucas y Anna, que bailaron con mucho desparpajo.
Ellos son el ejemplo de que las tradiciones ibicencas sobrevivirán, al menos de momento, al turismo que inunda estos días Cala Llonga y buena parte de la isla.