Radiante, con un vestido palabra de honor de color blanco, cinturón de pedrería, pelo suelto y un velo cogido en él y de la mano de su ya marido, el empresario Luis Guerra, Carmen Morales salió a saludar a los medios de comunicación nacionales y locales que se dieron cita en la puerta del hotel Hacienda Na Xamena de Sant Miquel, en Eivissa, para hablar sobre quizá el día más feliz en la vida de la actriz.
En la puerta y mostrando con orgullo cada uno sus alianzas, los ya marido y mujer exhibieron su felicidad con múltiples sonrisas, besos y comentarios sobre cómo había ido la ceremonia: «Estamos muy contentos porque ha sido un día muy bonito. Estábamos muy nerviosos. También ha sido emocionante porque mi hijo ha dicho unas palabras y la hija de Luis también», comentó Carmen bajo la mirada atenta y tierna de su marido.
«Ha sido mejor que cualquier sueño», puntualizó la actriz, quien además bromeó con su boda: «Nunca es tarde. Me ha tocado casarme con 40 años, pero qué le vamos a hacer; estoy muy contenta».
Sobre el tiempo que pasaron ella y Luis separados también tuvo unas palabras: «Cuando hemos estado separados hemos tenido momentos buenos, buenísimos y malos, malísimos, pero nos volvimos a encontrar y ahora estamos muy felices». En cuanto a la tradición de lucir algo nuevo, algo prestado y algo azul, la novia comentó: «Los pendientes son de mi amiga, mi súper amiga Paloma, lo azul no os puedo decir lo que es [risas], y lo nuevo, el vestido».
En un día tan señalado, la mayor de los Morales tuvo palabras para su madre: «Mi madre está siempre en el corazón». Y es que, como ella misma comentó, su madre, la cantante Rocío Dúrcal, «estaría muy feliz de ver a toda la familia al completo».
En este día tan feliz no faltó nadie del clan Morales, pues asistieron Shaíla y Antonio, con sus respectivas parejas, y su padre, Junior, quien gracias a la mediación de su hija menor y su yerno Luis Guerra consiguió reconciliarse con Carmen y Antonio después de haber protagonizado varias disputas por la herencia de Rocío Dúrcal.