El boxeo, incluso el amateur, es un deporte que contiene cierta violencia explícita. No significa esto que dicha violencia, además de ser visible y vistosa, sea efectiva. El reciente campeón de España del peso semipesado, Javier Palomino, después de pasar por la tensión y castigo de tres combates, en cuatro días, para lograr el título sigue entero y, por supuesto muy contento con su éxito.
«He practicado otros deportes, como el baloncesto. Pero el boxeo es, con diferencia, el que más me gusta, por su extraña combinación de técnica, fuerza física y psicología, sobre todo mucha psicología» aclaró Palomino.
El primer combate que disputó Palomino fue contra el catalán Barroso: «Era un boxeador bajo y fuerte, así que me limité a dominarlo manteniendo la distancia. Gané los dos primeros asaltos con claridad y en el tercero bajé un poco el ritmo, pensando que al día siguiente tenía otro». «La verdad -continuó- es que cuando estas arriba en el ring piensas a toda velocidad y lo analizas todo varias veces», explicó. En el segundo combate, celebrado al día siguiente el ibicenco se enfrentó al canario, Montero, de características similares a las del catalán, aunque de menor entidad.
Palomino destacó la presión psicológica del campeonato, que obliga a disputar varios combates en pocos días. «Cuando llegué me faltaban aún dos días para el primer combate y me moría de ganas por pelear. El ambiente que se crea con casi 150 boxeadores es de una tensión y una agresividad importante, con lo que al final tienes unas ganas de pegar enormes», afirmó.
El día de descanso entre semifinales y final no fue del todo relajante: «El viernes fue el peor día de todos. Estuvimos viendo vídeos de Martínez, mi rival en la final y la verdad es que teníamos miedo». Bartolo Bonet, entrenador de Palomino puntualizó: «Estábamos impresionados por la entidad del rival, pero le estuvimos estudiando y planeamos el combate juntos y al final salió bastante como lo planeamos», aclaró.