La derrota del domingo se explica fundamentalmente por tres motivos. Primero faltó concentración en el gol de Benjamín, después Carmona echó a Franco por decreto y sin compasión y a Kresic no se le ocurrió otra cosa que sustituir al hombre más genial dentro del campo, Ariel Ibagaza. Todo esto junto y revuelto y a falta de jugar en el Bernabéu y aquí ante el Valladolid, el equipo rojillo lamentablemente es uno de los candidatos al descenso de categoría. Si la actuación de Carmona fue decisiva para entender la derrota, también lo fue el grave error de concentración de la defensa del Mallorca en el primer gol verdiblanco. Benjamín finalizó una jugada de tiralíneas de su equipo y desde la frontal lanzó un zapatazo perfecto al que nada pudo hacer Franco en su intento de despejar el esférico.
Hasta ese momento y también a partir de ahí Albert Luque se convertía en el futbolista más peligroso del cuadro balear pero faltaba lo de casi siempre, el acierto en los metros finales. El encuentro se vivía con intensidad, era un partido eléctrico. La bola iba de un sitio a otro con extrema rapidez y el Mallorca daba sensación de ir a por todas pero nadie contaba con que Carmona interpretaría el reglamento a su manera. El extremeño vio agresión de Leo Franco a Joao Tomás, expulsó al guardameta y señaló falta al cuadro balear. Son Moix se indignaba pero la indignación fue dando paso al mayor de los cabreos posibles. Kresic se vio en la obligación de sustituir a un futbolista y el escogido fue Ibagaza. La grada juró en hebreo y es que la decisión era tan cobarde como conformista.
A partir de ahí corazón, algo de garra, un poco de precipitación y nada más. El Mallorca jugaba con diez y con diez debía afrontar lo que faltaba de partido, que era mucho.
Pero este equipo es el fiel reflejo de la personalidad de su entrenador. Con Cúper había orden, con Vázquez ilusión y carácter, con Aragonés garra y fe, con Krauss no había nada y con Kresic desconcierto y vacío. Esto es lo que hay y el más claro síntoma de que algo no funciona es que este equipo se mueve por impulsos y sin un guión mínimamente establecido. Joao Tomás y Amato marcaron el segundo y el tercero y Albert Luque se limitó a marcar el gol del honor.